“That all men are created equal” pudo ser en 1776 una declaración revolucionaria para aquellos tiempos de esclavitud cuando se mercadeaba a seres humanos como propiedad. No así en los nuestros, cuando ya vivimos la experiencia de haberse elegido y reelegido presidente a un hombre de raza negra de sobresaliente capacidad e inteligencia, sustituido a su vez por otro hombre de raza blanca que no llega a sus tobillos. A los 244 años de aquel inspirador desafío al imperialismo británico, el discrimen por raza que es aún el conflicto más apremiante de la sociedad estadounidense nos impone atender aquel asunto pendiente que nos dejaron los padres forjadores de la Unión… un asunto que ha salido caro y sigue costando caro.
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