


Así le diría el olímpico Manuel Rivera Morales al liderato del Partido Popular Democrático (PPD) que necesitaría de la intervención divina para sacar a flote a la colectividad luego del fiasco de la primaria celebrada el pasado domingo. Lo primero que salta a la vista es la desorganización del proceso electoral. Eso era previsible desde que llovieron críticas sobre el presidente José Luis Dalmau que se negaba a proveer suficientes centros de votación tal y como lo exigían algunos de los candidatos. El método arcaico mediante el cual se llevó a cabo el recuento de votos no es afín a un partido que alberga la remota posibilidad de dirigir los destinos de un país que ya ha entrado en la era de la inteligencia artificial.

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