En el combo agrandado de la corrupción, Pierluisi sustituyó las papitas por batatas fritas, el refresco por un Coco Rico en copa de champaña, el hamburger por una ensalada César, escribe Cezanne Cardona Morales
En el combo agrandado de la corrupción, Pierluisi sustituyó las papitas por batatas fritas, el refresco por un Coco Rico en copa de champaña, el hamburger por una ensalada César, escribe Cezanne Cardona Morales
Difícil será negarlo: el último debate de cara a las elecciones tuvo sabor a comida criolla recalentada en el microondas; habichuelas rositas que necesitan 30 segundos más para que caliente bien la papita ahogada en salsa que la acompaña; cuerito irremediablemente mongo de un chicharrón de pollo ya oscurecido por el frío de la nevera; arroz amogollao' que perdió para siempre la textura de ese pegao' del fondo del caldero. Ayudó el colorcito “bone white” del piso y del fondo; un hule alisado y salvífico. Pero el toque de microondas del debate decisivo se lo dio la mesita de cristal redonda, tan similar al plato trasparente que hace girar la comida en el interior de ese aparato nuclear empotrado en la caja torácica de nuestros gabinetes políticos. Ahora lo sabemos: el apocalipsis gubernamental que se avecina sonará como el beep digital de un microondas.
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