
Se adhiere a los criterios de The Trust Project
Emilio Salgari escribía novelas de piratas cuando ya nadie quería ser pirata. Lo mismo sucedió con el café puertorriqueño: se comenzó a mercadear como bebida nacional cuando muy pocos podían cultivarlo. Fernando Picó, en su libro Amargo café, lo dice todavía más claro: el café se criollizó cuando la invasión estadounidense bloqueó barcos y los terratenientes locales ocuparon los terrenos baldíos de familias que arriesgaron su poco capital en préstamos que ya no podían pagar. Por eso, al caudillo cafetalero don Eusebio Pérez -asociado a la Hacienda Gripiñas- le decían “el que mandaba en siete pueblos”.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: