

La visión punitiva sigue dominando la respuesta del Estado frente a la violencia de género en Puerto Rico. Así lo demuestra la más reciente campaña de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM). Con imágenes cargadas de violencia y mensajes que apelan al miedo y al castigo, el gobierno vuelve a fallar. Y esta vez, no sólo por su errónea estrategia de “prevención”, sino porque lo hace a costa de la salud emocional de las sobrevivientes, revictimizándolas y provocando traumas innecesarios. Las campañas y coberturas sensibles deben ser responsables con su impacto, evitando reforzar los patrones de violencia que se quieren combatir. Si no educan ni cuestionan la raíz del problema, corren el riesgo de ser campañas vacías que no salvan vidas ni garantizan la equidad.
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