

Los apresurados cambios de personal que hizo ayer Pedro Pierluisi para atender el fiasco energético en el país demuestran, como mínimo, que el gobernador poco a poco está cayendo en cuenta del gigantesco problema político y ejecutivo que tiene entre manos. Los pequeños y medianos negocios no pueden operar consistentemente, cientos de miles de residentes viven incómodos o en peligro médico por dependencia de equipos, hay tapones descomunales por doquier debido a la falta de electricidad, y el 15 de octubre hay convocada una marcha que promete representar visualmente el descontento generalizado.
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