Desde el crucero: esperanzados en que la tormenta Fiona cambie el rumbo
Creo que, excepto cinco de los cerca de 5,400 pasajeros que ocupan los 2,700 “staterooms” del inmenso Oasis of the Seas de la empresa Royal Caribbean (a la hora en que escribo navegando desde Nassau, Bahamas, hacia Newark), nadie más aquí está pendiente de los mapas que describen la eventual ruta de Fiona.
Esas cinco excepciones son mi esposa Rosana, mis nietas Amanda y Lorena, y José, el compañero de la primera. Una sexta personita nos acompaña, y es por quien estamos aquí, José Antonio, mi hermoso bisnieto, quien a sus dos añitos no entiende nada de preocupaciones (y qué bueno).
Puerto Rico está bajo aviso de tormenta tropical ante el paso cercano de Fiona
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Los otros miles de compañeros de viaje parecen estar preocupados, no por el estado del tiempo ni los mapas meteorológicos, sino por la hora del próximo espectáculo, el siguiente almuerzo o la siguiente cena, especialmente la de hoy viernes, que es la Noche del Capitán, con langosta (dice el programa, que “del Caribe”) incluida en el package.
Como siempre que hacemos un crucero fuera de las islas del Caribe, desde el primer día nos damos a la tarea de localizar compatriotas, azuzando el oído hasta escuchar el melodioso y hermoso sonido de nuestro vernáculo. Aquí, en este crucero, nada que ver. No hemos dado con uno solo. Parece que medio continente asiático (bueno, no tanto) se ha dado cita en el Oasis. Y, qué les va a importar ellos el rumbo que tome Fiona.
Lo que aporta mucho al dato de cómo el sentido de preocupación es asunto relativo; nunca existe una preocupación colectiva.
Así que somos nosotros los únicos que andamos alternando las miradas al celular, entre los avisos del Centro Nacional de Huracanes, como este al que acabo de acceder vía endi.com, anunciando aviso de tormenta para isla, y el programa de actividades del crucero.
Así que, por nuestra cuenta, seguimos ahí, con la mirada fija en la pantalla del celular, pendientes a los avisos meteorológicos, pero siempre apostando a un cambio esperanzador que aleje de nuestro amado terruño a la tal indeseada intrusa Fiona. Para que, alejada la indeseada, continúe la familia puertorriqueña en su vida diaria, siempre con sus dolorosas caídas pero reconfortantes puestas en pie para seguir la gran lucha.
Y ansiosos por nuestro regreso al lar de nuestros amores de sangre y de convivencia y solidaridad.
Y que el Buen Dios siga bendiciendo a Puerto Rico.
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