

En 1978, a los 73 años, el equilibrista Karl Wallenda intentó cruzar una cuerda floja entre las dos torres del Condado Plaza, un hotel de diez pisos. Lamentablemente, perdió el equilibrio y cayó al pavimento muriendo instantáneamente. Wallenda se confió a sus instintos, que le habían servido bien hasta ese día. ¿Qué falló? El instinto y la experiencia no son buenos sustitutos de los datos científicos. Si Wallenda hubiese calculado científicamente los riesgos, tenía que incluir varios factores tales como velocidad de los vientos y cuán bien asegurado estaba el cable, además de su propia edad. El balance no es igual a los 20 años que a los 73.
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