Vivimos en una constante paradoja. Por un lado, leemos y escuchamos que el País está en quiebra con una deuda impagable, que hay impuestos de todo tipo, desesperanza y angustia por lo que depara el porvenir. Y por el otro, hay personas que aparentan vivir en una especie de dimensión desconocida, en la que se agotaron los zapatos firmados por una diseñadora-artista estadounidense y se vendió en una sola tienda más de un millón de dólares en mercancía.
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