

La democracia estadounidense se encuentra bajo asedio y por su propio presidente. La toma del Congreso por las turbas trumpistas fue la culminación de un proceso que Donald Trump ha orquestado desde 2016. Su estrategia parece haber sido obtenida de algún manual del fascista, que se basa en la polarización racial, la explotación de la xenofobia, el irrespeto a la ley, el desprecio a los derechos civiles, la supremacía de la rama ejecutiva y la violencia como método de resolución de conflictos. Ha demostrado que no existe el llamado excepcionalismo americano y que cualquier país es susceptible al autoritarismo, aun el más estable.
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