

Conocer las razones por lo cual el poder público priva o limita nuestra libertad, propiedad o vida sin ofrecer razón alguna o sin permitir al perjudicado expresarse sobre el particular, ha sido un reclamo humano antropológico. Pienso que está en nuestra naturaleza instintiva rechazar el abuso pues es parte de esa dignidad inherente que tenemos como seres vivos pensantes. No es de extrañar que es uno de los reclamos humanos más antiguos. Me refiero a las demandas contenidas en la Carta Magna de 1215. La clase noble de entonces proclamaba limitar el poder contra ellos forzando al monarca a consultar y dar explicaciones. Un juicio penal justo y con oportunidad de ser oido era uno de los reclamos más contundentes.
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