

En una de sus publicaciones, la escritora Ayn Rand destacó que el desafío a la autoridad, y no la obediencia, es uno de los baluartes de la idiosincrasia americana (“Defiance, not obedience, is the American’s answer to overbearing authority”). Precisamente, esta visión en gran medida capta tanto al presidente Trump como la perspectiva que los distintos sectores tienen sobre él. Para algunos, su actitud representa un desafío a las instituciones democráticas, a las normas básicas de la convivencia social y al razonamiento crítico. Para otros, recoge ese indomable espíritu americano de cuestionamiento constante, de no someterse o doblegarse ante las instituciones tradicionales, y de forjar su propio camino. Si algo es claro, es que el presidente no solo abraza esta dicotomía, sino que en gran medida ha logrado prosperar en ella.
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