

Si los líderes que nos representan lograran ponerse de acuerdo en asuntos básicos, donde sabemos que hay consenso de pueblo, el país solucionaría sus más apremiantes problemas, que son muchos. Pero no son capaces. Y no lo son porque falta voluntad. Además, la mente del ser humano es muy complicada. Solo a través del desarrollo de la inteligencia emocional logramos superar el ego, caricaturizado en uno de mis libros como el dinosaurio que debemos domesticar. Ese egosaurio nos susurra constantemente al oído que hay que tener control, tener la razón y estar en lo correcto. Y la mayoría de los políticos viven para eso. Si la energía diaria que malgastamos en esos tres esfuerzos la dirigiéramos a la búsqueda de espacios de diálogo para llegar a consensos y evitar las luchas tribales y triviales, el país sería otro.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: