El legado neocolonial francés en África: ¿el fin del franco CFA?
El neocolonialismo francés en África se manifiesta a través del mecanismo monetario conocido como el franco CFA. Francia controla la soberanía monetaria de 14 naciones africanas de alrededor de doscientos millones de personas.
A partir de la década de los años treinta, París trató de monopolizar los circuitos africanos de producción y comercio, y con sus tropas, obligó a comerciantes a aceptar la moneda francesa. La relación asimétrica se distinguió por el control francés de la oferta de dinero y acceso a mano de obra y materias primas africanas a precios inferiores, mientras que productos franceses procesados se revendían de vuelta a África a precios mayores.
Después de la Segunda Guerra Mundial, París se unió al sistema de Bretton Woods, devaluando el franco francés para establecer un tipo de cambio fijo con el dólar estadounidense. Estas reformas se llevaron a cabo durante el proceso de descolonización africana.
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Con una moneda más débil y para aferrarse a sus propiedades africanas, Francia conjuró el franco CFA (1945) obligando a sus colonias a adoptarlo. Al sobrevaluar el franco CFA, París mantuvo ventaja económica mientras aplastaba la competitividad de exportaciones africanas. La recuperación francesa de la posguerra se construyó a partir de una transferencia de riqueza desde África.
Francia secuestró el proceso de descolonización en sus territorios africanos instalando colaboradores locales y otorgándoles la condición de “Estado”. Estos colaboradores se convirtieron en custodios del imperio neocolonial francés al mantener la zona del franco y sus bases militares. Aquellos nuevos Estados independientes que resistieron unirse, como Guinea y Togo, fueron boicoteados y sancionados.
Para mediados de los años 70, el franco CFA se dividió en dos monedas entre África central y occidental y sus respectivos bancos centrales fueron “africanizados”, trasladándose a Camerún y Senegal. A pesar de que estas instituciones estaban dotadas de africanos locales, no hubo cambios fundamentales y Francia mantuvo el poder de veto sobre los estatutos de gobernanza bancaria.
Entre ellas, se incluía el requisito por el cual los Estados miembros depositaran la mitad de sus divisas en la tesorería francesa, más otro 20% de obligaciones financieras, significando que estos solo tenían acceso al 30% de su dinero. Además, todas las conversiones de divisas debían pasar por el tesoro francés.
Actualmente, estas políticas se mantienen a través de cuentas especiales en el Tesoro francés denominadas en euros. Cuando las cuentas de los bancos centrales están endeudadas, están obligadas a pagar intereses al tesoro francés. Es decir, los estados miembros del CFR pagan a Francia para retener su dinero.
El franco CFA permite la movilidad del capital con facilidad: entre 1970 y 2010 Costa de Marfil perdió cuarenta millones de dólares por fuga de capitales, lo que pudo haber reducido la pobreza en un 10% anual con una reinversión. Entre 2000 y 2009, Guinea Ecuatorial y el Congo transfirieron dinero equivalente al 43% y 30% de su PIB respectivamente.
Los Estados miembros del CFA han comenzado a dialogar alternativas, entre ellas, fortalecer la iniciativa regional conocida como la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS) y la formación de un bloque monetario reorientando a Nigeria, la cual representa dos tercios del Producto Interno Bruto regional y es un exportador de petróleo, complementando las importaciones de crudo de África occidental.
El actual presidente francés, Emmanuel Macron, ha hecho varias propuestas para actualizar la relación con los miembros del franco CFA, pero parece haber poco entusiasmo de los africanos. De hecho, estamos viendo en estos Estados la expulsión de militares franceses y la firma de acuerdos de seguridad con Rusia y de desarrollo con China, lo cual indica los cambios coyunturales globales contemporáneos.
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