El Mar Caspio, Rusia y la misteriosa muerte de 2,500 focas
Aparecen 2,500 focas (Pusa caspica) muertas en el Mar Caspio, precisamente en la costa de Daguestán en Rusia. Como si de una pandemia se tratara. Estas criaturas, al igual que nosotros los humanos, respiran del aire, amamantan a sus crías y son de sangre caliente. La diferencia, que decidieron evolutivamente vivir en el mar. Esta especie, en particular, se encuentra exclusivamente en el Mar Caspio, razón por la cual fue declarada especie en peligro de extinción en el 2008 por la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza.
En realidad, el Mar Caspio es un lago salado, pues no conecta al océano. Jurídicamente es compartido por Rusia, Irán, Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán; ya se pueden ir imaginando. Sus aguas no son del todo prístinas. Contiene abundantes yacimientos de petróleo y gas natural, lo que lleva a la construcción de plataformas de extracción y estructuras e islas artificiales necesarias para extraer el crudo. Todo esto se traduce en constantes y sonantes derrames de petróleo.
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No se queda ahí. El lago recibe contaminantes producto de la agricultura y la industria en su cuenca. Más recientemente, preocupa la contaminación biológica (bacterias y virus) causada por aguas residuales de Irán. Y de pronto - por causas naturales o falta de oxígeno - según las autoridades rusas, se encuentran 2,500 focas muertas. ¿Cómo? ¿Falta de oxígeno en al agua, si estas criaturas respiran aire de la atmósfera como nosotros? Parece que el Mar Caspio se une a Ucrania en cuanto a ataques rusos se trata. Pero que se está investigando, según Rusia.
¿Saben que en Puerto Rico existió un foca - prima hermana a la del Caspio - llamada la foca monje (Monachus tropicalis)? Se dice que se agregaba en bandos para descansar y dar a luz a sus crías en los cayos e islotes aislados del Mar Caribe. Se alimentaban durante el día de peces, crustáceos, pulpos y calamares, alcanzando pesos entre las 290 y 400 libras, y tamaños de hasta 8 pies de longitud.
El primer encuentro de la foca caribeña con los europeos resultó en la muerte de ocho ejemplares de “lobos de mar”, para alimentar a la tripulación de Cristóbal Colón. El evento ocurrió en su segundo viaje (1494), en una pequeña isla al suroeste de República Dominicana. Ya para finales del siglo XVIII nuestra foca caribeña sustentaba una pequeña industria de extracción de aceite y piel. Aceite para lámparas, como lubricante y hasta para cocinar. Y la piel para la confección de sombreros, correas, baúles y otros productos cotizados por la realeza europea. Ya no existen focas caribeñas, se extinguieron. Oficialmente, la última foca caribeña se observó en el 1952 entre Jamaica y la península de Yucatán. Esperamos que no le ocurra lo mismo a su prima hermana, la foca del Mar Caspio.
Hablando de pandemias, estas criaturas son susceptibles a enfermedades infecciosas causadas por virus. De acuerdo con el Merck Veterinary Manual, las focas son susceptibles a virus como el adenovirus, herpesvirus, influenza virus A subtipo H1N1 y morbillivirus, entre otros. Quién sabe si esta mortandad masiva de focas en el Caspio se debió a una “pandemia” producto de alguno de estos patógenos. Acuérdense que las enfermedades contagiosas van de la mano con la degradación ambiental, tanto en agua como en tierra firme.
El Mar Caspio no está lejos, pues cada vez que degustes el caviar entrarás al Caspio. Entre el 80% y 90% del caviar que se consume en el mundo proviene de las huevas del pez esturión beluga (Huso huso) del Mar Caspio. De hecho, muchas focas mueren al quedar atrapadas en las redes utilizadas en la captura del esturión.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis -la contaminación, la sobrepesca, las enfermedades contagiosas y la degradación ambiental- están todos relacionados, tanto en el Caspio como en el Caribe. Por supuesto que podemos detener, restaurar y mejorar la situación.
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