Si bien el deporte es el cuerpo enamorado, el periodismo deportivo es un oficio de fantasmas cuando sabe difuminar la línea entre el arte, el susto y el encantamiento, escribe Cezanne Cardona Morales
Si bien el deporte es el cuerpo enamorado, el periodismo deportivo es un oficio de fantasmas cuando sabe difuminar la línea entre el arte, el susto y el encantamiento, escribe Cezanne Cardona Morales
Justo cuando pensaba que las novelas pandémicas ya no tenían nada nuevo que decir, aparece Némesis de Philip Roth. Decir aparece es una excusa poco exhaustiva porque en realidad esa novela siempre estuvo entre mis libros -muerta de la risa o abandonada, ¡vaya uno a saber por qué!- junto a las otras tantas que Roth acostumbraba a publicar todos los años. Las leía siempre por disciplina y con admiración hasta la última página, fueran logradas o no, como se hace con esos maestros que ya escribieron su obra maestra y de ellos se espera ese párrafo brillante o esa descripción que hace que uno vuelva a amar el mundo. Pero algo pasó con aquella última novela y se lo achaqué al anuncio que hizo Roth, cinco o seis años antes de morirse, de que ya no escribiría más tras la publicación de Némesis en el 2011, su libro treinta y pico. Me entró una antigua tristeza de que aquel fuese su último libro y no, por ejemplo, Sale el fantasma, o Pastoral americana, o Patrimonio, o La conjura contra América o Elegía o la genial La mancha humana, todas anteriores y que muy bien pudieron ser novelas últimas, o dignos gestos de un “hasta aquí”, de un “me retiro sin el Nobel”, a veces tan desprestigiado como los ovnis.
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