José Manuel Díaz
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El rayo cayó en la misma palma: la sociedad civil saca la cara por el País

Se cocinó la tormenta perfecta. Un cambio climático que provoca fenómenos naturales devastadores; placas tectónicas activadas en fuertes temblores, una pandemia que no quiere acabar. Todo sazonado con el colapso económico del gobierno de Puerto Rico, las abusivas tarifas de energía eléctrica y el alza en el costo de vida, y la cocción resulta en más vulnerabilidad en las clases desventajadas y de mayor pobreza de nuestro país.

La imposición de una Junta de Control Fiscal con poderes que van por encima del gobierno local ha sangrado nuestra economía sin reparos ni miramientos y sumido más en la pobreza a nuestro pueblo, desvaneciendo la falsa ilusión de que el problema colonial de Puerto Rico se resolvió con la creación del ELA.

Manifestantes ondeaban las banderas de Puerto Rico y Peñuelas durante la protesta.
Varias personas ondean las banderas de Puerto Rico y Peñuelas durante una manifestación. (Ramón “Tonito” Zayas)

El mensaje nos quedó claro: un presidente que nos tira papel toalla como para que nos secáramos el llanto por la muerte de miles de hermanos como consecuencia del huracán María, y por el trato discriminatorio e insensible por parte de FEMA a miles de familias. Quizás también por el recuerdo más reciente de la brutalidad del colonialismo: la cruda realidad de las leyes de cabotaje que limitan nuestros intercambios comerciales. Precisamente esta imposición de Estados Unidos nos puso totalmente vulnerables al impedir que miles de galones de combustible, del cual depende la vida de miles de personas, llegaran al puerto de Peñuelas. Evidentemente somos tan colonia en pleno siglo 21 como hace 100 años atrás.

La receta para una tormenta perfecta combina las imposiciones coloniales que sufrimos y un gobierno local totalmente incapaz de articular un plan de respuesta ante desastres naturales. Dice mucho de esto el que vividos el huracán María y los terremotos, todavía no hayan capitalizado en las experiencias, identificando áreas vulnerables - carreteras propensas a derrumbes, inundaciones costeras, acceso al agua potable, entre otras – y atendiéndolas con premura. La llegada de LUMA y su evidente incapacidad de restablecer el sistema eléctrico con prontitud es solo un ejemplo de la falta de visión del gobierno que apostó a la privatización sin medir las consecuencias.

Nuevamente, las comunidades y organizaciones no gubernamentales se han tirado a la calle, asumiendo el trabajo que el gobierno no realiza. La lentitud y torpeza del gobierno ante la emergencia del huracán Fiona contrasta con la agilidad de estas organizaciones comunitarias y no gubernamentales, que identificaron y aprendieron de las vulnerabilidades luego de María y los terremotos; atendieron la nueva situación de desastre, organizándose en redes de cooperación y distribuyendo la ayuda. Solo en Peñuelas hemos apoyado a sobre 1,500 personas en 12 comunidades por la Casa Tallaboeña de Formación Comunitaria y Resiliencia, una de muchas organizaciones alrededor de la isla que están atendiendo las necesidades de alimentos, agua, medicamentos, materiales de construcción, mano de obra y asesoramiento legal en apelaciones contra FEMA, entre muchas más.

Nuevamente la sociedad civil saca la cara por el País. Claramente, los grupos comunitarios y no gubernamentales aprendieron de las experiencias pasadas, dibujando el mapa de ruta para ejercer la autodefensa comunitaria y de primera respuesta ante el desastre. Es penoso cómo algunos alcaldes hacen de tripas corazón para atender la situación y tratar de responder de algún modo la emergencia.

Pero, la pregunta es simple: ¿Es que alguna vez tuvieron un plan? En gran medida, tanto el gobierno estatal como el municipal fallaron: cometieron los mismos errores del pasado, no identificando las áreas de vulnerabilidad y no atendiéndolas a tiempo. Mientras los grupos de primera respuesta comunitaria se prepararon y organizaron para las futuras emergencias, el gobierno se abrazó a la misma palma a la que le cayó el rayo en María, pensando que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar… y se equivocaron.

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