

El aumento de quiebras comerciales reportadas en junio —el más alto desde 2020— impactó, en su mayoría, a pequeños y medianos negocios. Más allá de los vaivenes del ciclo económico, esa situación es una señal de que emprender en Puerto Rico se vuelve cada vez más difícil. Y no es para menos: el alza en los costos operacionales, sumada a la ausencia de una política industrial vinculada a un plan de desarrollo articulado por el Estado, dificulta la implementación de políticas públicas eficaces que impulsen el sector que más empleos genera en la isla.
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