Gabriel Boric tiene el reto de mantener una coalición con grandes diferencias ideológicas mientras navega el proceso constituyente, la inflación y la pandemia con una constitución que no le permite hacer cambios urgentes, escribe Paul Figueroa
Gabriel Boric tiene el reto de mantener una coalición con grandes diferencias ideológicas mientras navega el proceso constituyente, la inflación y la pandemia con una constitución que no le permite hacer cambios urgentes, escribe Paul Figueroa
Este domingo Chile vota para aprobar una nueva constitución y rechazar la constitución represiva y antidemocrática del dictador Pinochet. En 1988, la dictadura fue derrotada en las urnas con el eslogan “Chile, la alegría ya viene”, que fue inmortalizada en la cultura popular chilena y luego en nuestra conciencia internacional con la película “No” protagonizada por Gael García Bernal. Tomó tres décadas para empezar a remover esa última barrera de la alegría y esperanza prometidas en el 1988, pero la aprobación del nuevo documento está nublada con incertidumbre. Esto me hace reflexionar: ¿Qué pasó en Chile para poner en jaque la nueva constitución? ¿Son posibles los cambios sociales y políticos?
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