
Se adhiere a los criterios de The Trust Project
Se escucha y se lee cómo hay quienes insisten con tanta frecuencia en su presagio alrededor del “colapso”, el “declive” y hasta la “desaparición” de la llamada partidocracia, es decir la caída de la institución de los partidos políticos como el mecanismo idóneo que es para la conformación de gobiernos. Institución que, por lo demás, llegó hace tanto tiempo como recuerdos de la historia política puertorriqueña tengamos, y que llegó para quedarse. Los análisis agoreros de quienes insisten en desmerecer la llamada partidocracia han aumentado últimamente, cara a los comicios de 11/20, precisamente (e irónicamente) justo en momentos en que los puertorriqueños tendrán, hasta ahora, al menos cinco partidos, uno más que los cuatro en competencia en 2016 y dos más que los históricos tres de larga data. El sentir agorero contra los partidos políticos parece centrarse en bastante medida en una lectura equivocada del llamado “verano de 2019”. La irrupción del pueblo entonces no tuvo nada que ver –y no sé cómo algunos no acaban de entenderlo– con una desazón por parte de la mayoría –desde luego que hay quienes, como una cuestión personal ideológica rechazan el voto en las urnas mediante los partidos– con los partidos políticos, ni siquiera con la formación política a que pertenecía el gobernador derrocado civilmente. El “verano de 2019” fue un claro rechazo a la inaceptable ofensa que la cúpula del gobierno en funciones asestó contra la dignidad de todos los puertorriqueños en lo que pareció un ejercicio de entender la honrosa gestión de gobierno como juego de niños. No tuvo absolutamente nada que ver con un rechazo a la llamada partidocracia.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: