La Universidad de Puerto Rico agoniza ante los recortes impuestos por dos gobiernos consecutivos que han sido timoratos ante las demandas de la Junta de Control Fiscal, escribe Pedro Reina
La Universidad de Puerto Rico agoniza ante los recortes impuestos por dos gobiernos consecutivos que han sido timoratos ante las demandas de la Junta de Control Fiscal, escribe Pedro Reina
La desacreditación de la residencia en neurocirugía de la Escuela de Medicina de la UPR es una pérdida que anuncia contundente—a quien esté dispuesto a escuchar—otras pérdidas inminentes, acaso mayores. Como el legendario canario que, sumergido en las antiguas minas inglesas, advertía con su muerte la existencia de gases letales para los mineros, así la pérdida de un programa de formación médica esencial para la salud pública de la isla insinúa otras noticias que pueden ser todavía peores. La Universidad de Puerto Rico agoniza ante los recortes impuestos por dos gobiernos consecutivos que han sido timoratos ante las demandas de la Junta de Control Fiscal—cuya única misión es imponer austeridad para repagar la deuda pública.
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