El diccionario de la real define la palabra “malsonante” como “(...) que ofende los oídos de personas piadosas o de buen gusto. Que suena mal.” ¿Personas piadosas? ¿De buen gusto? Mejor dejémoslo ahí. Amigo, ninguna palabra suena “mal”. Las palabras no suenan, sonamos nosotros. Pero nada, que es bueno que sepa que esto de las “malsonantes” es dialectal, por eso, lo que algunos consideran malas palabras en P.R. no lo son en otros lares. Tal es el caso de culo en Madrid. De acuerdo con López Morales, allá todos, “hasta los reyes de España, se caen de culo y no hay problema” (excepto el golpetazo). Aquí nos caemos de espaldas”. Usted sabe bien que si alguien se “cae de culo en P.R.” no ha caído en ningún lugar; está dando fe, coloquialmente, de algo que le consta a ciencia cierta. Bien, pues culo nos lleva alegremente a otra “malsonante” muy interesante: peo. Acá peo es un sustantivo que significa... usted sabe. En Madrid no. Allá es un verbo, específicamente en el presente del indicativo: yo peo, tu pees, él pee, nosotros peamos, y así.... El pasado simple es yo peí. El verbo, en su forma infinitiva es peer, que nos llega del latín pedere, y significa, en Madrid, “arrojar o expeler la ventosidad del vientre por el ano”. Nuestro sustantivo peo allá es pedo. ¿Por qué? Eso es otro Bocadillo... ¿malsonante? No. Maloliente.
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