
Opinión
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Tres eventos ocurridos este mes siguen exponiendo un patrón de autoritarismo nunca antes visto en Estados Unidos. Por separado, cada uno es preocupante. Juntos, forman un cuadro claro de un drama político que, aún bajo Donald Trump, no es rutinario. Esto no se puede catalogar como “juego duro” ni “así es como funciona Washington”. Es el uso deliberado del dominio federal para aplastar la supervisión independiente, intimidar la rama judicial y manipular el mapa político, todo para abusar del poder.
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