Lindo título, ¿no cree? ¿Y qué fue lo que pasó? Sencillo, que intercambiamos un sonido por otro y ¡zas!, creamos una oración perfectamente gramatical, y vamos, hasta romántica. De verde a verte... Los lingüistas les llamamos a estas parejas de palabras “pares mínimos” (todos los segmentos son iguales menos uno). Con estos pares mínimos se pueden hacer muchas cosas además de identificar fonemas, como por ejemplo crear belleza, y otras cosas no tan bellas... Nada, que se trata de un “juego” o recurso oral (fonético) y a veces escrito que, en retórica, se conoce como paronomasia. A diferencia del par mínimo de los lingüistas, en la literatura, la paronomasia consiste en colocar cerquitita dentro de una frase dos palabras parecidas en sus sonidos, pero diferentes en significado, como en “secreto de dos y secreto de Dios”, ¿lo vio? Hay muchísimos ejemplos literarios, pues la paranomasia se emplea con fines estilísticos, pero también para crear trabalenguas y chistes que nos pueden hacer reventar de la risa. Así que mire, como este rinconcito del periódico es para relajarse un poco y empezar el día con una sonrisa, y de paso aprender alguillo, le cuento un chistesito que pienso que le va a gustar. Dice el novio:
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