No me sorprende la decisión sobre el Radiotelescopio ubicado en Arecibo, Puerto Rico
Muchos han expresado su sorpresa, o congoja, ante el anuncio oficial de que dentro de un año la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) suspenderá fondos para lo que fue el Observatorio de Arecibo. A mí no me sorprende y si algo me da tristeza es que podría haber sido diferente. No me sorprende ya que hace años, cuando yo era el director del Observatorio, NSF quería cortar fondos y se hablaba de cerrar. Muchos entonces trabajaban bajo esa espada de Damocles.
Recuerdo que para evitar lo peor acudí, junto a la Dra. Carmen Pantoja, a la Legislatura y al gobierno central, como también a la alta gerencia de la Universidad de Puerto Rico (en varias instancias), proponiendo una colaboración para beneficio de todos, evitando el cierre. Fuimos recibidos muy cordialmente, todos expresaron su interés, y luego no pasó nada. Junto a la Dra. Mayra Lebrón escribimos al respecto. Ahora se lamentan.
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Muchos, incluyendo un cuantioso grupo de astrónomos interesados, continúan con la idea de reconstruir o reemplazar el telescopio (sin el cual no hay Observatorio), pero yo no comparto estas quiméricas ideas, y les explico la razón.
Cuando se construyó el instrumento a inicios de los años 60, inicialmente para estudios de la ionosfera (e intentar un poco de espionaje para localizar radares soviéticos y posibles estelas de misiles), se buscó un sitio adecuado (no solamente en Puerto Rico). Era económico buscar un hueco natural para instalar el enorme reflector, la zona en Esperanza era relativamente poco poblada y no había mucha interferencia electromagnética. Arecibo era muy distinto al Arecibo de hoy.
Luego se mejoró el instrumento, permitiendo estudios muy fructíferos en radioastronomía y radar planetario, y el Observatorio pasó a ser un centro de investigación importante, obteniendo muchos resultados de gran interés científico.
Además, comenzamos un proyecto de educación pública que culminó con la construcción del Centro de Visitantes con una generosa aportación de la Fundación Ángel Ramos. Allí se realizaban conferencias científicas y talleres para maestros. Ahora NSF expresa apoyo a la parte educacional, que siempre fue un accesorio al gran instrumento. Un centro educacional en un área remota, ¿en serio? Hay varios recintos universitarios adecuados para esta labor.
Si no fuera por el lento deterioro causado por varios factores (disminución de fondos, una nueva administración inexperta, huracán María y terremotos), quizá no se hubiera desplomado, evento que le cayó como anillo al dedo a la NSF. Ya no había que hacer nada (y todo por unos míseros doce millones anuales).
Sin el monumental instrumento ya no hay Observatorio, y lo que queda (el LIDAR, un pequeño radiotelescopio, y el Centro de Visitantes) se puede hacer en cualquier sitio. Es comprensible el deseo de hacer algo allí, pero los instrumentos científicos (a tenor de muchos millones) no se construyen por nostalgia, se construyen con las tecnologías más modernas en el sitio más adecuado, para lo cual se necesitan varios estudios que implican definir la razón científica de un nuevo instrumento y explorar el planeta para ubicarlo en el mejor sitio para su función, tal como se hizo para localizar el instrumento de Arecibo. Los telescopios (financiados por Estados Unidos y por la Unión Europea) no están en los andes chilenos por la belleza del paisaje.
Puede haber razones para construir un nuevo instrumento en Puerto Rico (razones geopolíticas, cercanía al ecuador, radar planetario como sistema de alarma ante amenaza de un asteroide, educación y otros), pero es necesaria una justificación científica, participación del gobierno y de la comunidad científica en la planificación, y el detalle de encontrar $500 millones, algo que tomaría algunos años. Pero no sería necesariamente en Arecibo.
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