En medio de las turbulencias irrumpen las ofertas del populismo, que actúan con extraordinaria eficacia: generan la sensación de inmediatez, de que las soluciones se producirán en muy breve tiempo, plantea Miguel Henrique Otero
En medio de las turbulencias irrumpen las ofertas del populismo, que actúan con extraordinaria eficacia: generan la sensación de inmediatez, de que las soluciones se producirán en muy breve tiempo, plantea Miguel Henrique Otero
Entre las varias reacciones al triunfo de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales de Colombia, quiero detenerme en una: esa que sostiene que es “la derecha” (como si todos los que hubiésemos preferido su derrota pudiésemos ser embutidos en una palabra) la principal responsable de lo ocurrido. Según esa versión, la “derecha” también es la culpable de los triunfos de López Obrador en México, de Pedro Castillo en Perú y de Gabriel Boric en Chile. Y, para aumentar el número de expedientes por los que merece ser juzgada, también esa “derecha” debería ser imputada por los triunfos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en Argentina, de Hugo Chávez en su momento, de Rafael Correa (Ecuador) en el suyo y, así, hasta alcanzar la categoría de culpables de la existencia misma del populismo en América Latina.
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