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prima:Ucrania: Por una mitología honrada

Bajo la excusa narcisista y cínica de que ‘todo es un espectáculo mediático’ se niega el dolor y el sufrimiento… Prefiero pelearme mil veces con los medios, pero jamás renunciar a su mirada, escribe Cezanne Cardona Morales

5 de marzo de 2022 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.
Una mujer llora afuera de una casa dañada por un ataque aéreo ruso, según lugareños, en Gorenka, en las afueras de la capital, Kiev, Ucrania. (Vadim Ghirda)

Irene Vallejo nos recuerda que Clarice Lispector nació en Ucrania en 1920 y que su madre fue violada por soldados rusos que le contagiaron la sífilis. Pero su biógrafo, Benjamín Moser, sugiere que Clarice nunca quiso explotar ese dato en sus libros, o solo lo hizo de forma elusiva dejando que los títulos de sus cuentos, crónicas y novelas subrayaran esa ausencia. Aunque llegó a Brasil con apenas dos meses de nacida, la autora de Cerca del corazón salvaje aprovechó su frenillo y sus erres arrastradas para labrar un lugar lejos de toda topografía, pero cerca de la extranjería literaria. La tildaron de espía -de la KGB y de la CIA-, de ser judía y católica, pero nunca terció por nadie. Hasta su traductor, Gregory Rabassa, dijo que Clarice era una especie de Marlene Dietrich mezclada con Virginia Woolf. Y por eso cada vez que le preguntaban sobre su origen siempre decía algo distinto. Solo una vez, en 1968, Clarice dijo que ella fue engendrada gracias a una superstición muy extendida en su provincia ucraniana que indujo a su madre a creer que un embarazo podía curarla de la sífilis: “Así que fui creada adrede: con amor y esperanza. Pero resulta que no curé a mi madre. Y hasta el día de hoy me pesa esa culpa: me crearon con una misión específica, y les fallé. Como si contaran conmigo en las trincheras de la guerra y yo hubiera desertado”.

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