El sistema de justicia criminal – ese conjunto de policías, fiscales y jueces – le arrebató la libertad y la vida por 28 años a un adolescente pobre y con poca instrucción académica, a pesar de que era completamente inocente de los cargos de secuestro y violación que se le achacaron. El Departamento de Justicia y el Negociado de la Policía deberían colocar en todas sus oficinas la foto del hombre, José Armando Torres Rivera, como recordatorio perenne de las consecuencias inhumanas que acarrean los errores y ofuscaciones en las investigaciones y procesamientos criminales.
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