Cuando la Asociación de Maestros era poderosa y cogobernaba el Departamento de Educación pero en vez de defender los derechos de las maestras y maestros defendía sus intereses corporativos. Cuando el populacho se burlaba del magisterio diciendo “el maestro es un gorgojo” o “estoy más esmayao que un maestro de escuela”, la Asociación nos encapsulaba dentro del paradigma del magisterio como profesional o sacerdocio y no aceptaba nuestra condición de trabajadores asalariados.
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