

Dirán que fue por la pandemia pero sabemos que no es así. Esa sensación de mosqueo que comenzó la noche del martes y se ha extendido hasta hoy —y sabe Dios hasta cuándo— que prevalece entre la clase política tradicional del país, con mínimas excepciones, es una de las señales más claras de que los tiempos han cambiado. Muchos y muchas no solo aún no han podido cantar victoria, sino que probablemente se enfrentarán a un lento proceso de recuento y eso de certificación preliminar sin concesión de derrota por parte de un contrincante, sencillamente, no es lo mismo que decir: mandato, voluntad del pueblo, ganador indiscutible de la contienda.
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