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Rememorando a Marta la que sin querer fue la mejor
De ahí en adelante se entregó al trabajo y a nosotras, a pesar de que ese junio de 1977 se enterró con él. Una amnesia de vida reinó en casa. El dolor y, por qué no, el coraje o la rabia, era tanto que optó por reducir la presencia de su recuerdo en cada gaveta, mesilla o rincón.
Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.