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Que los patrones de consumo del puertorriqueño han cambiado tras la experiencia de la pandemia y el confinamiento no es un secreto. Quien nunca había usado Zoom ya es un experto y quien nunca había pedido por UberEats o hecho la compra online, ya ni recuerda cómo era su vida antes de tales servicios. Asimismo, quien no se atrevía a comprar por internet, porque “no me lo puedo medir”, “no quiero tener que devolver”, o “¿y si me roban la identidad?”, ahora se decanta por las ventajas que supone comprar sin tener que salir de casa y no correrse el riesgo de meterse en una fila kilométrica donde el COVID-19 pudiera estar brincando de cabeza en cabeza.