

Este año, el Día Mundial del Corazón se conmemora el 29 de septiembre bajo el lema “Cada latido importa. No te pierdas nada”. Una frase corta que encierra un gran significado, pues sugiere tomar las riendas de la salud a tiempo, antes de un desenlace fatal.
“Cada latido es un recordatorio de que tenemos que cuidar el corazón, porque perder un solo latido puede significar perder la vida, perder oportunidades y perder bienestar”, aseveró la doctora Cynthia M. Pérez, profesora del Departamento de Bioestadísticas y Epidemiología del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
Y es que, según las estadísticas disponibles, el panorama de las enfermedades cardiovasculares en Puerto Rico es alarmante. La doctora Pérez señaló que las enfermedades cardiovasculares en la isla representan la primera causa de muerte y una de las principales fuentes de discapacidad en la población, “con un peso desproporcionado en adultos mayores y un impacto creciente en jóvenes adultos”.
“Esto se debe a la alta prevalencia de factores de riesgo como obesidad, hipertensión, diabetes y estilos de vida poco saludables. Los estilos de vida poco saludables de los jóvenes se están transmitiendo y se traducen en una mayor carga de enfermedades crónicas en la adultez”, añadió Pérez.
A este escenario se suman los determinantes sociales de la salud, como el desempleo, la inseguridad alimentaria, la ausencia de entornos saludables y las limitaciones de acceso a servicios especializados, lo que agrava el panorama. Según la Sociedad Puertorriqueña de Cardiología, en Puerto Rico solo ejercen alrededor de 325 cardiólogos para toda la población, subrayó Pérez.
Según los datos más recientes del Departamento de Salud, en 2023 ocurrieron 33,952 muertes en Puerto Rico. De ese total, 6,202 están relacionadas con las enfermedades del corazón, lo que representa un 18.3 %.
“En las mujeres, el 17.6 % se atribuyeron a enfermedades del corazón, mientras que, en los hombres, el número fue mayor, con un 18.8 %”, detalló la doctora, quien añadió que “en el grupo de 75 a 84 años, las enfermedades del corazón representaron el 18.5 % de las muertes, y en las personas de 85 años o más alcanzaron el 21.1 %. En los menores de 75 años fueron la segunda causa de muerte, con un 15.6 %”.
Las cifras de enfermedades cardiovasculares en Puerto Rico y el mundo están a niveles que se consideran una epidemia. Pérez mencionó que casi un 33 % de las muertes globales se atribuyen a estas afecciones.
Ante este panorama, la doctora hizo un llamado a darle prioridad a la prevención y a la educación sobre el tema. La experta enfatizó que existe la necesidad de establecer políticas públicas “que fomenten entornos saludables, que reduzcan la inseguridad alimentaria, que garanticen acceso a especialistas y que fortalezcan la educación sobre prevención”.
“Tenemos que reforzar la prevención temprana, la atención integrada física y mental, y diseñar intervenciones diferenciadas por edad y sexo. En adultos mayores, urge mejorar el manejo para reducir las complicaciones graves”, destacó Pérez.
La epidemióloga señaló que, según los hallazgos del Behavioral Risk Factor Surveillance System (BRFSS), la principal encuesta poblacional en la isla, la población adulta de Puerto Rico está enfrentando una doble carga de enfermedad, con conductas poco saludables como sedentarismo, mala alimentación y obesidad, además de una alta prevalencia de enfermedades crónicas.
En términos de factores de riesgo, tenemos obesidad en un 36 % de los adultos. La obesidad se define como un índice de masa corporal mayor o igual a 30 kilogramos por metro cuadrado. El sobrepeso, que se define como un índice de masa corporal entre 25 y 29.9 kilogramos por metro cuadrado, afecta al 35 % de los adultos”, explicó Pérez.
De igual forma, el estudio señala una actividad física insuficiente, mencionando que apenas un 33.9 % cumple con las guías mínimas de ejercicio aeróbico semanal, y solo el 9.5 % lo combina con fortalecimiento muscular. Esto teniendo en cuenta que lo mínimo recomendado son 150 minutos de ejercicio aeróbico y dos sesiones de entrenamientos con pesas a la semana.
“La prevalencia de fumar se ha reducido significativamente, pero todavía tenemos un 8.7 %, siendo mayor en hombres que en mujeres”, mencionó Pérez.
A estos factores se une la dieta pobre en el consumo de frutas y vegetales. Según las estadísticas, un 48.9 % de los encuestados consume frutas menos de una vez al día.
“Cuando miramos las afecciones de salud que se han diagnosticado a través de este sistema de vigilancia, estamos encontrando que el 44.2 % dijo que un médico le ha diagnosticado hipertensión, un dato mayor en hombres. Al 43.2 % le han diagnosticado colesterol alto, el 19.8 % sufre de diabetes, el 8.9 % ha tenido enfermedad coronaria o infarto y un 2.8 % derrame cerebral o eventos cerebrovasculares.
Pérez advirtió que estos números probablemente estén subestimados, porque se basan en encuestas telefónicas: “Si alguien nunca ha sido diagnosticado, no se refleja, aunque ya esté desarrollando la enfermedad. El problema podría ser aún mayor”.
Por su parte, el cardiólogo Manuel Guzmán explicó que las enfermedades cardiovasculares abarcan un conjunto amplio de padecimientos.
“Las más comunes son las enfermedades de las arterias coronarias, cuando las arterias se obstruyen con grasa y colesterol, lo que lleva a infartos y angina de pecho”, indicó.
Este proceso puede derivar en cardiopatía isquémica y, eventualmente, en fallo cardíaco. Además, resaltó otras enfermedades frecuentes:
“Son enfermedades que pueden afectar desde la infancia hasta la adultez avanzada, y todas tienen en común que impactan de manera significativa la calidad y la expectativa de vida”, mencionó Guzmán.
Además, el cardiólogo coincidió en la importancia de la detección temprana y del seguimiento oportuno. Por eso, invitó a la población a asumir pequeños cambios en su vida cotidiana, como incorporar una rutina de ejercicio consistente, mejorar la dieta, atender los chequeos médicos y dejar de fumar.
“No hay acción pequeña cuando hablamos de salvar un corazón. Cada latido cuenta porque cada diagnóstico a tiempo puede salvar una vida. En un país con recursos limitados, la educación y la prevención son nuestras mejores herramientas”, concluyó Guzmán.
La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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