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Entre luces y recuerdos

5 claves para hablar y manejar las emociones en la Navidad

21 de diciembre de 2025 - 12:00 AM

La Navidad tiene una forma particular de tocar fibras que, durante el resto del año, solemos mantener en silencio. Es una temporada luminosa, pero también profundamente simbólica: convoca recuerdos, activa la nostalgia, despierta sensibilidades guardadas y anhelos. Por eso, más que en cualquier otra época, la Navidad pone a prueba nuestra vida emocional. Y aunque socialmente se nos enseña a “estar bien” porque “es tiempo de alegría”, la verdad es que las emociones que emergen en diciembre son tan complejas como legítimas.

El psicólogo José Efraín Rodríguez Agosto es escritor, profesor, conferenciante, comunicador y colaborador de MCS.
El psicólogo José Efraín Rodríguez Agosto es escritor, profesor, conferenciante, comunicador y colaborador de MCS. (Suministrada)

Antes de intentar “arreglarlas”, es esencial hablarlas, ponerles nombre y darles espacio porque toda emoción que se calla crece desordenada; toda emoción que se expresa se organiza y encuentra su propósito.

1. La Navidad como un espejo emocional: La Navidad funciona como un reflejo. Nos devuelve lo que llevamos dentro: si estamos en paz, amplifica la gratitud; si estamos atravesando pérdidas, resalta la ausencia; si vivimos cambios importantes, despierta incertidumbre. Nada de esto es malo. En realidad, es una invitación.

En estas fechas, nuestro sistema emocional se vuelve más sensible porque la Navidad activa memorias profundas: aromas, canciones, rituales familiares y costumbres.

Cada una de estas señales puede disparar emociones que van desde la ternura hasta la tristeza. Darles la bienvenida –en lugar de rechazarlas– es un acto de madurez emocional.

2. La trampa del “tengo que estar feliz”: Si bien muchas personas sienten culpa o vergüenza por no experimentar la “felicidad navideña” que dictan las redes sociales o los anuncios, la salud mental se construye evitando exigirnos emociones que no sentimos y aceptando lo que realmente está ahí.

Aceptar no significa conformarse. Significa reconocer que la emoción tiene una función:

  • La tristeza señala una pérdida o necesidad.
  • La ansiedad pide orden y límites.
  • La nostalgia conecta con lo que ha sido valioso.
  • La alegría nos recuerda lo que queremos conservar.

Cuando dejamos de juzgar lo que sentimos, empezamos a entenderlo. Y cuando lo entendemos, comenzamos a sanarlo.

3. El poder de hablar lo que duele: Aunque hablar no siempre cura, por lo general, libera.

Una conversación honesta con un amigo, un familiar o un terapeuta puede marcar la diferencia entre una Navidad pesada y una Navidad manejable.

Cuando verbalizamos lo que sentimos, nuestra mente organiza la experiencia y baja

la intensidad emocional. Además, hablar de nuestras emociones nos permite descubrir que:

l No estamos solos.

l Lo que sentimos es más común de lo que pensamos.

l Hay recursos que quizás no habíamos considerado.

l Podemos construir un nuevo significado para estas fechas.

La vulnerabilidad, cuando se comparte de forma sana, se convierte en fortaleza.

4. Cuidar la mente es un acto de esperanza: La salud emocional navideña no se logra evitando sentir, sino aprendiendo a estar presentes.

Dar pequeños pasos hacia el bienestar es un acto de esperanza: no porque todo esté perfecto, sino porque seguimos creyendo que la vida puede ser buena, incluso en medio de los procesos.

Algunas prácticas sencillas pueden ayudar:

  • Realizar pausas conscientes: respirar profundo y validar lo que se siente sin juzgarlo.
  • Poner límites sanos: decir “no” a espacios o dinámicas que agotan tu paz.
  • Crear rituales propios: crear nuevas tradiciones que reflejen quién eres hoy.
  • Actos de gratitud realista: agradecer no para negar el dolor, sino para reconocer la belleza que también existe.
  • Espacios de ayuda profesional: buscar acompañamiento no es debilidad, es sabiduría.

5. La Navidad como un espacio de reconstrucción emocional: La Navidad no tiene que ser perfecta para ser significativa. Puede ser una etapa para reconciliarnos con el pasado, redefinir nuestras relaciones, honrar a quienes ya no están o simplemente descansar del peso emocional que cargamos.

Y, en ese proceso, la luz más importante no está en los árboles, las calles o las fiestas. Está en nuestra capacidad de volver a empezar: de abrir el corazón un poco más, de creer, aunque sea tímidamente, que lo que sentimos puede transformarse.

La Navidad no exige alegría; invita a vivir con autenticidad. Y esa autenticidad, tarde o temprano, trae una paz que no se compra. El verdadero “regalo” no está en lo que envolvemos, sino en lo que reconocemos dentro: la valentía de sentir, la libertad de hablar y la gracia de ser humanos, aun cuando todos parecen brillar. Cuando las luces se apagan, permanece la certeza de que vivir en verdad ilumina más que cualquier adorno de diciembre.

Recuerda que en MCS contamos con el Club Te Paga, un espacio para conectar con otras personas, sentirte acompañado y recibir apoyo cuando lo necesites.

Visita www.clubtepaga.com para conocer el calendario de actividades. En esta época, queremos que te mantengas saludable y en bienestar siempre.

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“Este contenido comercial fue creado en su totalidad por MCS. GFR Media Suplementos no se responsabiliza por el contenido de esta publicación.”

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