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Estudio pionero en Puerto Rico relaciona la microbiota intestinal con el alzhéimer

Investigadoras de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ciencias Médicas, anuncian importantes hallazgos sobre esta enfermedad

7 de septiembre de 2025 - 12:00 AM

Doctoras Vanessa Sepúlveda Rivera, profesora del Departamento de Medicina Interna y Geriatría; y Filipa Godoy Vitorino, directora del Departamento de Microbiología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ciencias Médicas. (Suministrada)

Por los pasados tres años, Puerto Rico ha sido el centro del primer estudio en el Caribe que analiza de cerca el alzhéimer y su relación con la microbiota intestinal. Los resultados han sido publicados y, con acciones futuras, pueden hacer una gran diferencia en lo concerniente a esta enfermedad neurodegenerativa.

Cabe destacar que, en Puerto Rico, la enfermedad de Alzheimer es la cuarta causa principal de muerte. En Estados Unidos, es la quinta. Ante esa realidad y buscando conocer más sobre los posibles orígenes de este tipo de trastorno cerebral, los tratamientos disponibles y lo que falta por hacer, las doctoras Filipa Godoy Vitorino, directora del Departamento de Microbiología; y Vanessa Sepúlveda Rivera, profesora del Departamento de Medicina Interna y Geriatría de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ciencias Médicas, decidieron realizar este estudio que se centra en el intestino, pues analiza la microbiota fecal de pacientes geriátricos con alzhéimer,

Lo que hallaron sienta base para nuevas terapias dirigidas al microbioma y, sobre todo, subraya la importancia de investigar poblaciones locales con sus particularidades genéticas, dietarias y ambientales. Pero las expertas hablan en presente porque saben que este es solo el comienzo de muchas otras investigaciones relacionadas al tema, aunque con ángulos diferentes.

Pero ¿qué es el microbioma o la microbiota humana? Según el National Human Genome Research Institute, se trata de “la comunidad de microorganismos (como los hongos, bacterias y virus) que existen en un entorno en particular. En los seres humanos, el término se utiliza con frecuencia para describir los microorganismos que viven en o sobre una zona particular del cuerpo, como la piel o el tracto gastrointestinal. Estos grupos de microorganismos son dinámicos y cambian en respuesta a una variedad de factores ambientales, como el ejercicio, la dieta, la medicación y otras exposiciones”.

La doctora Godoy Vitorino señaló que se trata de un área de la ciencia muy novel, pero a la vez muy determinante en la salud del ser humano.

Una mirada al intestino

Conociendo estos datos, es común que una persona que no conoce de ciencia cuestione la relación que pueden tener el intestino y el cerebro.

La idea no surgió de la nada. Tras el huracán María, Godoy Vitorino —con trayectoria en el microbioma humano— se integró a la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. Durante una conferencia, médicos de medicina interna se acercaron con inquietudes que nadie estaba trabajando en el Caribe. Entonces apareció la conexión: microbioma y alzhéimer.

“La doctora Vanessa Sepúlveda es una experta en alzhéimer, y yo trabajando en el área de microbiomas, surgió la posibilidad de estudiar la disbiosis en los pacientes. ¿Será que hay unas bacterias asociadas que pudieran ponerlos a riesgo?”, cuestionó Godoy Vitorino.

La disbiosis es un desequilibrio de la comunidad de microbios que habitan en el intestino. Según el resumen del estudio realizado por las doctoras y que fue divulgado por nature.com, el microbioma intestinal podría promover la inflamación y favorecer la acumulación de amiloide en el cerebro, dos procesos vinculados con la fisiopatología del alzhéimer. Esto significa que, si el ecosistema intestinal pierde sus bacterias “protectoras” y ganan terreno las bacterias proinflamatorias, el cuerpo pierde amortiguadores y el cerebro puede resentirlo.

“Con la desaparición de las bacterias protectoras, estamos a mayor riesgo de enfermedades inflamatorias, como el alzhéimer. Lo que hicimos con este paper fue explorar cuáles son las bacterias intestinales que tienen las personas sanas y las personas enfermas”, mencionó Godoy Vitorino.

Los puertorriqueños son distintos

Un dato muy importante e innovador en este estudio fue que se utilizó a la población de Puerto Rico para ir directamente al problema. Las expertas mencionaron que la dieta, la genética y el entorno de la isla son distintos a los de Estados Unidos y Europa, países donde se han hecho este tipo de estudios.

“Hay que estudiar el microbioma a nivel regional para tener soluciones a nivel regional”, dijo Godoy Vitorino.

El estudio comenzó en 2021 y se diseñó en dos frentes: el clínico y el microbiológico. La doctora Sepúlveda Rivera identificó y reclutó a los participantes desde las clínicas de Medicina Interna y Geriatría, además de referidos y convocatorias públicas.

“Tenemos una cohorte de 140 participantes, pero quisimos explorar en detalle los primeros 100 participantes que son los resultados que se publicaron”, informó Sepúlveda Rivera.

Los participantes debían ser puertorriqueños, tener más de 55 años, no estar usando antibióticos ni fármacos que alteraran el microbioma, no haber tenido cirugías abdominales recientes y, si tenían enfermedades crónicas, debían estar controladas. Se les entregó un cuestionario y un kit para recolectar la muestra fecal que traerían en la segunda visita.

En el estudio también participó una neuropsicóloga que tuvo como tarea aplicar dos escalas validadas para medir el estado cognitivo: Mini-Mental State Examination y Clinical Dementia Rating (CDR).

“Con esas dos escalas podíamos categorizar a nuestros pacientes en cuanto a su severidad y confirmar quiénes estaban cognitivamente intactos”, explicó Sepúlveda Rivera.

Los hallazgos

Los resultados confirmaron que existe una diferencia en la microbiota entre quienes padecen de alzhéimer y quienes no. Según el resumen de nature.com, Faecalibacterium y Bacteroides —bacterias asociadas a funciones beneficiosas— aumentaron en los controles en comparación con los pacientes de alzhéimer. Además, portadores del alelo APOE E4 —un factor genético de mayor riesgo— mostraron menor abundancia de productoras de butirato y enriquecimiento de géneros proinflamatorios como Eggerthella y Lachnoclostridium (crédito: nature.com).

“Lo que esperábamos era que los enfermos tuvieran una pérdida significativa de especies productoras de butirato”, indicó Godoy Vitorino, quien explicó que los pacientes de alzhéimer muestran más inflamación porque han perdido las bacterias protectoras.

Godoy Vitorino puso como ejemplo que, cuando se ingiere brócoli, un alimento alto en fibra, ciertas bacterias intestinales las fermentan y producen ácidos grasos de cadena corta —como el butirato— con efectos antiinflamatorios. Si el ecosistema pierde a esas “bacterias buenas”, el organismo queda con menos defensas bioquímicas frente a la inflamación.

“Este estudio prueba que el microbioma gastrointestinal ya no es un cuento. Ahora ya tenemos una nueva herramienta, un nuevo camino, una nueva manera de poder atacar esta enfermedad”, añadió Sepúlveda Rivera

Próximos pasos

Las doctoras Godoy Vitorino y Sepúlveda Rivera mencionaron que la cohorte sigue creciendo y buscan llegar a 200 participantes, mientras se preparan para trabajar con dos direcciones nuevas: la investigación del microbioma oral y la intervención con los pacientes basada en los hallazgos del estudio realizado.

Conscientes de que este primer paper es exploratorio, las doctoras no descartan que sirva para identificar probióticos y cambios dietarios orientados a recuperar las bacterias productoras de butirato y reducir la inflamación.

“Eventualmente, la próxima generación de médicos va a poder interpretar la microbiología y poder darle en tiempo real la terapia específica a su paciente”, dijo Godoy Vitorino.

En paralelo, el campo avanza con los biomarcadores —la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, FDA, por sus siglas en inglés, aprobó recientemente uno para el alzhéimer— y con evidencia a favor de intervenciones no farmacológicas.

“En este momento en que no hay cura para esta enfermedad y los tratamientos son mínimos, la prevención es muy importante. La prevención y los tratamientos no farmacológicos tienen una gran importancia. Recientemente se publicaron unos hallazgos de lo que son las intervenciones no farmacológicas o el US Pointer. Este estudio lo que puntualiza es la importancia de ese eje entre el cerebro y el intestino y de cómo esto lo podemos usar para posibles áreas de intervención y de tratamiento que pueden impactar el desarrollo o el riesgo de desarrollar esta enfermedad”, explicó Sepúlveda Rivera.

Por su parte, Godoy Vitorino destacó la importancia de una buena alimentación como herramienta de prevención. “Mi mensaje siempre es el mismo: vuelvan otra vez a comer como los abuelos. Vuelvan a comer bien, a dormir bien, a manejar el estrés y a tener un estilo de vida equilibrado. El equilibrio del estilo de vida se va a reflejar en el equilibrio de los microbios que tú estás colonizando. Pero, básicamente, consumir fibra”.

Y, más allá de los hallazgos, ambas doctoras coincidieron en que este estudio representa una forma de hacer ciencia que convoca a clínicos, microbiólogos y neuropsicólogos con el objetivo común de impactar vidas. A la vez, ponen énfasis en que esta investigación se ha realizado con el esfuerzo de profesionales de la isla que muestran el talento y potencial local.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de Suplementos de GFR Media.

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