

“¿Qué van a pensar de mí?” “¿Cómo se lo digo a una pareja nueva?” “¿Me voy a morir?”: Estos son algunos de los pensamientos erróneos a los que se enfrenta una persona cuando recibe un diagnóstico positivo del virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Pensamientos que están basados en creencias falsas sobre la infección, pero que generan altos niveles de ansiedad y pueden llevarlos a una depresión.
Ciertamente, se ha avanzado mucho desde el primer diagnóstico en el 1981, sin embargo, el desconocimiento de la información y la falta de educación sobre el tema mantiene elevados los estigmas que afectan a las personas que viven con VIH.
“El estigma interno es un peso bien fuerte. La carga social es como un bulto que puede afectar la adherencia al tratamiento, porque la persona se preocupa por lo que van a pensar los demás, piensa que no lo van a apoyar, que lo van a marginar o que no lo van a aceptar. Son pensamientos que generan mucha ansiedad y depresión”, detalló la psicóloga Neyssa Díaz, quien lleva nueve años trabajando con pacientes VIH positivos. “Por eso, es importante empoderar a la persona, brindarle información y educación sobre el virus, para que sepa que indetectable es igual a intrasmisible y que puede mantenerse en óptimas condiciones”, puntualizó.
La ayuda psicológica comienza con buscar de dónde nacen esas creencias y debatirlas. “Primero, hay que entender cuáles son las creencias de la persona con la enfermedad y sus pensamientos. Se identifican para poder atajarlos, desde ofrecer información hasta profundizar para entender de dónde salió esa creencia y cómo quitarla. Se trabaja la historia particular de cada persona basada en sus necesidades”, informó la doctora Nydia Cappas, quien dirigen el Programa de Psicología y Cuidado Primario de Ponce Health Sciences University.
Además, para que pueda cumplir con su tratamiento de manera efectiva, se le ofrecen herramientas para cambios de comportamiento, integrar refuerzos o adaptarse a nuevas rutinas. Al mismo tiempo, se trabaja la parte emocional con diferentes elementos, como terapia enfocada en la solución, terapia cognitivo conductual y activación conductual. Según Cappas, estas son intervenciones que ayudan a guiar a los pacientes hacia la ruta correcta para estar más saludables.
Ambas psicólogas coincidieron en que mantenerse mentalmente saludable tiene un impacto físico que hace que la condición sea más fácil de sobrellevar. “Cuando una persona recibe un diagnóstico de VIH, la manera más efectiva de enfrentarlo es acompañado de un equipo que trabaje en conjunto la parte física, emocional y psicológica de la persona. Se trabaja de la mano lo físico y lo mental para atajar el estigma”, detalló Cappas.
La respuesta al VIH en los casos de ansiedad y depresión se trabaja de la misma manera que cualquier enfermedad crónica. Se enfatizan asuntos que tienen que ver con ajustes del diagnóstico, situaciones familiares, acceso al servicio y la adherencia al tratamiento. Díaz explicó que “aunque los casos se manejan de manera individual, tras el impacto del diagnóstico, la persona pasa por diferentes etapas, que incluyen: el estado de asombro, frustración, ira, culpa hasta entrar en la aceptación. Esta última, casi siempre ocurre al momento de comenzar el tratamiento con los antirretrovirales”.
Por tal razón, la familia es una herramienta esencial para las personas VIH positivas. Según Cappas, puede ser un ser querido o una pareja. Lo importante es que si hay alguien que esté junto al paciente y que entienda todo lo que está pasando se beneficia enormemente la salud de la persona con VIH. En las clínicas, se trabaja para ayudarle desde el proceso de divulgar el diagnóstico hasta otros asuntos familiares que son importantes para que el paciente este bien. Por su parte, Díaz recalcó la importancia de que esa persona que el paciente elija para divulgar su diagnóstico se integre en la terapia para psico educarse sobre el VIH.
“La idea es que con VIH puedas seguir una vida normal, visualizarla como una enfermedad crónica que puede permitir tener una vida plena, feliz y con los retos que tiene cualquier persona con o sin diagnóstico. La mejor manera de llegar a ese punto de salud es que desde que te diagnostican comiences a trabajar con un equipo que atienda la parte física y emocional, no porque tengas un problema de salud mental, sino porque lo emocional va a ayudar a lo físico y a que te mantengas saludable y feliz”, aseveró Cappas, quien se especializa en psicología en escenarios de salud.
“El llamado es a educarse, con o sin diagnóstico, y a hacerse la prueba del VIH, porque, a la larga, genera más estrés no conocer su estatus ni comenzar un tratamiento a tiempo. Si nos quedamos callados, seguimos perpetuando el estigma. Podemos hacer historia en erradicar la epidemia si conocemos más sobre el VIH”, concluyó Díaz.
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