

En el contexto de los distintos desastres que hemos experimentado a nivel de país, los estragos latentes de la pandemia y los altos niveles de violencia, Puerto Rico está muy familiarizado con el luto; parecería que solo conocemos abordar la vida en modo supervivencia. Esto, sin duda, compele una conversación sobre la salud mental y las estrategias que debemos desarrollar de cara al duelo.
Esto lo tiene muy presente la psicóloga y tanatóloga María del Carmen Calderón Martínez, quien describió el duelo como “una respuesta a una pérdida sobre la cual existen muchas maneras de trabajarla”, sostuvo. La diferencia, a su entender, estriba en nuestro acercamiento a esta temática de la que se habla muy poco, pese a que la muerte es tan natural como la vida. “Hablamos de los nacimientos, nos preparamos para los partos, nos llenamos de conocimiento, pero no hablamos de morir, aunque nos tocará a todos… hay mucho miedo sobre el tema”, aseveró Calderón Martínez, aclarando que la comunidad tanatológica sirve tanto a personas y comunidades en duelo como a la persona moribunda que decide prepararse.
La ciencia de la tanatología es una rama de estudio que explora los distintos matices de la muerte, el duelo y las pérdidas desde una pluralidad de perspectivas: físicas, éticas, espirituales, médicas, sociológicas y psicológicas. Personas expertas en esta disciplina atemperan sus servicios conforme a la persona y las circunstancias particulares que atraviesan. Sin embargo, un denominador común de esta práctica es que se trata de personas experimentando situaciones emocionalmente complejas.
Los escenarios más comunes en los cuales se procuran sus servicios se encuentran: la intervención con pacientes en agencias de hospicio, proveyendo servicios de apoyo a individuos y familias de luto por eventos traumáticos de muerte súbita y situaciones de cuidado terminal, entre otros.
“Hay muertes para las cuales no te puedes preparar y estas pueden complicar el duelo, pero hay muchas otras para las cuales sí nos podemos ir informando y planificando en torno a ello para asegurar una muerte digna”, acertó Calderón, nombrando, como ejemplo, el inicio de gestiones para navegar asuntos pendientes con seres queridos, brindar directrices anticipadas ante el fallecimiento (qué quieres que se haga y qué no), proveer consideraciones espirituales o religiosas que la persona desee que se hagan cumplir, pedir perdón y perdonar, y arreglar relaciones, entre otras.
Citando a la autora y tanatóloga Elizabeth Kübler-Ross, Calderón Martínez indicó que, cuando experimentamos el duelo por la muerte de un ser querido, generalmente pasamos por cinco etapas: la negación, el coraje, la negociación, la depresión y, por último, la aceptación. Esto, sin embargo, dependerá de cada persona, ya que “el duelo es bien individual, no todo el mundo tiene que pasar por esto ni en ese orden… puedes dar un paso para adelante y tres hacia atrás porque el proceso de sanción no es lineal, son curvos y no te debes culpar por retroceder en el proceso”, reflexionó.
Una certeza, sin embargo, es que, “cuando dolemos, la tristeza se acapara de nosotros y nos controla, pero eso significa que hay movimiento. Eventualmente, atravesamos nuestra tristeza y le damos significado”, subrayó la psicóloga clínica y doctora en tanatología.
Además, vale mencionar que la respuesta a la pérdida de un ser querido no solo parte de la ausencia física y emocional de la persona, sino que, muchas veces, obliga a realizar cambios en hábitos y costumbres que estaban a cargo de la persona fenecida.
“El caso de una persona en un matrimonio de muchos años en el cual la persona fallecida se encargaba de ciertas tareas en la casa o pagaba ciertas cuentas, todo esto va a alterar lo que antes era normal y puede obligarnos a asumir una nueva rutina y adaptarnos a esta nueva realidad en la que tenemos que aprender nuevas cosas y seguir hacia adelante”, recordó la profesional con cerca de 40 años en la práctica de la psicología clínica.
Por último, Calderón Martínez ofreció algunas recomendaciones puntuales para que toda persona navegando el luto tenga presente, independientemente de la etapa de duelo en la que se encuentre. Entre estas, mencionó la importancia de recordar que “tu duelo es extremadamente personal y único; nadie tendrá la misma experiencia que tú y uno no debe pensar en la manera correcta de procesarlo”, articuló. Segundo, toda persona debe “permitirse sentir el duelo. Para procesar el duelo hay que pasarlo, no hay atajo. Hay que darse permiso para sentir, llorar, reír [porque, en el duelo, la risa también es permisible al recordar a la persona] hasta que, poquito a poco, te duela menos” y, finalmente, la doctora sugirió sobrellevar el duelo de manera acompañada, pues “no hay que sufrir solo. Hay personas que, al igual que tú, están pasando por ese proceso y hay que acompañarse en el duelo… eso es parte del proceso de sanación, tener con quien hablar del difunto y recordarlo con alegría, rodeado de personas que te brinden el apoyo y el abrazo que necesitas”, atinó.
La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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