El domingo, 15 de marzo de 2020, cambió la vida de los puertorriqueños para siempre. No era lo mismo escuchar noticias lejanas de China o Europa, que chocar con la realidad de forma inminente. Teníamos que, de un día para otro y obligatoriamente, hacer un alto en nuestras vidas, someternos a un lockdown o cierre debido a otra realidad que tuvimos que aceptar y comprender: una pandemia.

Ya el virus “raro” y lejano de Wuhan no era algo distante, sino que, como una hoja que mueve el viento, se iba acercando a nuestra isla con el descubrimiento acelerado de casos en ciudades como Nueva York y Los Ángeles. Lo que parecía una película del Apocalipsis en países como Italia y España, dejó de ser una ficción, cuando comenzamos a ver un panorama similar en este lado del mundo.

En medio de toda esta incertidumbre y desasosiego se encontraron los hospitales y los profesionales de la salud en Puerto Rico, sin saber, a ciencia cierta, las características de este nuevo virus, sus verdaderos riesgos, su mortalidad, su modo de contagio y otros. Una cosa sí se sabía: estábamos ante un virus altamente mortal.

La situación se tornó en una carrera en contra del tiempo para entender cómo prepararse para esto, saber si había en la isla equipo suficiente para proteger a los profesionales de la salud de cuidado directo, enseñarles a usar el equipo de protección correctamente, entre muchas otras cosas, y, el reto más grande: lidiar con el miedo; un temor totalmente justificado, que de algún modo se albergó en todo profesional de la salud que no tenía ni tiene la opción de trabajar desde su casa porque la naturaleza de su trabajo consiste, precisamente, en atender a la persona enferma, especialmente si labora en un hospital.

De este modo, los hospitales se convirtieron en los lugares más importantes en medio de esta situación. El hospital es el lugar que nunca ha cerrado y que, por más de un año, no ha dejado de recibir no solo miles de pacientes de COVID-19, sino otros miles de pacientes que necesitan ser atendidos por otras condiciones. La presión ha sido grande para este sector.

Durante el 2020 y lo que va del 2021, nuestros profesionales de la salud y cada persona que labora en los hospitales han sentido el impacto más duro de todos: ser testigos cercanos de los estragos que la pandemia ha causado y de las miles de vidas que se han perdido. Aún así, se llenan de valor todos los días para hacer lo que saben y les apasiona: cuidar de la salud de los pacientes.

La pandemia no ha terminado y no sabemos cuánto tiempo puede extenderse, cuán efectivas son las vacunas desarrolladas y qué otras circunstancias puedan presentarse. Pero, sabemos que seguiremos contando con profesionales de excelencia que continúan dando la batalla por la salud de los puertorriqueños.

En la Semana de los Hospitales, en Grupo Hospitalario Manatí, Mayagüez, Bayamón Medical Center y Puerto Rico Women and Children’s Hospital, rendimos honor y, sobre todo, expresamos profunda gratitud a todas las personas que laboran en este campo. Valoramos y reconocemos su sacrificio. Esperamos con ansias que, en un futuro cercano, podamos ver el fin de la pandemia. En este momento, el mejor homenaje que podemos rendirles es que, como pueblo, todos colaboremos en detener los contagios.