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Conoce al búho puertorriqueño: el único endémico en la isla y que se encuentra bajo amenaza

El múcaro común enfrenta varios desafíos para su supervivencia, principalmente la deforestación, por lo que el DRNA hace un llamado a la conservación

10 de agosto de 2025 - 10:00 AM

El objetivo de cuidar el múcaro es la reintroducción a un hábitat cercano a su punto de rescate para mantener la cohesión de la población. (Olivia Maule)

Con la caída del sol, es posible que, entre el cantar de los gallos y el llamado del coquí, escuches un sonido desde lo alto similar al que producen los zapatos en una superficie resbalosa. Proviene del búho puertorriqueño, conocido también como el múcaro común, una especie que habita en toda la isla.

“Este múcaro es el único búho endémico de Puerto Rico, no se encuentra en ninguna otra parte del mundo”, resaltó Ángel Atienza Fernández, director de la Unidad de Vida Silvestre del Cuerpo de Vigilantes del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), durante una entrevista con El Nuevo Día, en la que este medio tuvo oportunidad de interactuar con una de estas aves.

Este búho, cuyo nombre científico es Megascops nudipes, es una de las tres especies que se encuentran en el archipiélago, junto con la lechuza común (Tyto alba) y el múcaro real (Asio flammeus).

Alrededor de sus ojos anaranjados –que abren y cierran con lentitud– tienen una estructura frontal que también actúa como canal auditivo.
Alrededor de sus ojos anaranjados –que abren y cierran con lentitud– tienen una estructura frontal que también actúa como canal auditivo. (Olivia Carmen Maule)

En términos anatómicos, el múcaro común posee adaptaciones impresionantes. Al tocarlo, su plumaje se siente como si se introdujera una mano dentro de una almohada.

Además, en su rostro, hay varios rasgos anatómicos que le ayudan a navegar el mundo con sentidos alterados. Por ejemplo, en la parte frontal, unos pelillos finos y blancos –similares a los bigotes de un gato– detectan movimientos en espacios donde la vista no alcanza.

Alrededor de sus ojos anaranjados –que abren y cierran con lentitud– tienen una estructura frontal que también actúa como canal auditivo, dirigiendo sonidos hacia los oídos internos ubicados bajo plumas y a la altura de la vista.

Su plumaje, ideal para un vuelo sigiloso, no se extiende hacia sus patas, lo que da origen a su nombre “nudipes”, que significa “pies desnudos”. Las garras, afiladas como las de un gato, y su pico puntiagudo funcionan como herramientas precisas para atrapar ranas, reptiles e insectos. Su picadura se siente como la presión de una pinza de ropa.

Aunque el múcaro se encuentra principalmente en áreas boscosas, donde ayuda a controlar las plagas de insectos, incluso hasta las ranas cubanas, según Atienza Fernández, se acerca cada vez más a zonas urbanas, donde el concreto de las calles atrae insectos que se adhieren a las superficies tras episodios de lluvia. Pero buscar alimento en estos espacios conlleva sus riesgos: mientras picotean en el concreto o asfalto se exponen a ser impactados por vehículos de motor.

Además, la deforestación representa una de las amenazas más grandes para la especie, precisó el director.

La población del búho puertorriqueño está estable, pero mantenerla de esa manera requiere acción y conciencia individual y comunitaria. La recomendación de Atienza Fernández es clara: “Cuando la gente vaya a comprar terreno, dejen todos los árboles que puedan”.

Esto es clave, explicó, ya que el múcaro anida y vive en las ramas de los árboles y necesita áreas boscosas bien conservadas para reproducirse y cazar.

El plumaje del múcaro común, ideal para un vuelo sigiloso, no se extiende hasta las patas, lo que da origen a su nombre “nudipes”, que significa “pies desnudos”.
El plumaje del múcaro común, ideal para un vuelo sigiloso, no se extiende hasta las patas, lo que da origen a su nombre “nudipes”, que significa “pies desnudos”. (Olivia Carmen Maule)

Durante la temporada reproductiva, que va desde la primavera hasta el verano, las parejas crían un promedio de dos polluelos, que permanecen en el nido durante casi un mes, dependiendo completamente de su madre, según Atienza Fernández.

En el Centro de Especies en Cambalache, en Arecibo, llegan principalmente ya en etapa juvenil para completar su crianza, pues muchos tienen tendencia de caerse del nido, precisó.

Allí se sigue un proceso riguroso antes de liberarlos: primero, pasan a una jaula más grande para asegurarse de que puedan volar bien, luego se verifica que estén comiendo por sí mismos.

“No se queda en cautiverio”, enfatizó el director de la Unidad de Vida Silvestre, ya que no se permite que el múcaro se reproduzca en ambientes cerrados. El objetivo siempre es la reintroducción a un hábitat adecuado y cercano a su punto de rescate para mantener la cohesión de la población, destacó.

Aunque el múcaro cuenta con pocos depredadores naturales, los gatos representan una gran amenaza, especialmente cuando son crías y pueden caerse del nido. “El gato, si no lo mata para comer, lo mata para jugar”, dijo Atienza Fernández. También se han reportado ataques por parte de iguanas y aves grandes.

La esperanza de vida promedio del múcaro es de 12 años. Para asegurar su supervivencia, el DRNA actúa a base de querellas ciudadanas sobre circunstancias que amenacen su vida.

Si alguien encuentra un búho herido o desorientado, debe llamar al Cuerpo de Vigilantes en una de las siete regiones de vigilancia ambiental, advirtió el funcionario del DRNA. Después, si es necesario, los encargados le llevarán a un veterinario.

No existe una iniciativa exclusiva para el búho puertorriqueño; su conservación depende del mantenimiento general del ecosistema, por ejemplo, no contaminar el agua ni las plantas, evitar la deforestación y permitir que la vida silvestre prospere sin intervenciones innecesarias.

“Seguimos sembrando tanto cemento y cortando tantos árboles, que va a llegar el momento de que los animales que son de aquí, si no lo protegemos, se van a quedar sin hábitat”, advirtió Atienza Fernández.

Su llamado es claro a la ciudadanía: “Cuando consigues animales como este, no solo el búho, que no lo dejen, llama al Cuerpo de Vigilantes para recibir la especie y liberarlo”.

Para contactar el Cuerpo de Vigilantes, puede llamar al número (787) 999-2200 ext. 2911.

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