Cuatro casas en Morovis, tres en San Sebastián y una en Camuy, para un total de ocho, tienen altos niveles de radón y pudieran necesitar mitigación para proteger la salud de sus habitantes, según los primeros resultados de un estudio que busca medir el alcance de este gas radiactivo, inodoro (sin olor), invisible y cancerígeno en Puerto Rico.
Tras divulgar las cifras, la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, en inglés) y el Departamento de Ingeniería Civil y Agrimensura de la Universidad de Puerto Rico Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) informaron que aumentarán de siete a 20 los municipios muestreados, e invitaron a la ciudadanía a participar del proyecto. La meta es llegar a 350 viviendas antes de fin de año.
El profesor de Ingeniería Ambiental Pedro Tarafa Vélez, quien lidera la investigación, explicó que las ocho casas en Morovis, San Sebastián y Camuy “sobrepasan el nivel acción que la EPA ha establecido” para radón en interiores.
El radón se mide en picocuries por litro (pCi/L) de aire, una medida de radiactividad. En Estados Unidos, el nivel promedio de radón en interiores es de 1.3 pCi/L. Dado que aún no se conoce un nivel seguro de exposición a radón, la EPA y el Cirujano General de Estados Unidos recomiendan que los ciudadanos consideren hacer reparaciones en sus hogares para niveles de radón entre 2 y 4 pCi/L.
Como parte del protocolo del estudio, las ocho viviendas en Morovis, San Sebastián y Camuy fueron muestreadas en dos ocasiones y “continúan dando niveles por encima de 4 (pCi/L)”, indicó Tarafa Vélez.
El radón es un gas que se libera naturalmente de las rocas, el suelo y el agua, y puede acumularse en niveles peligrosos en cualquier casa, incluyendo nuevas y viejas, bien selladas y con ventilación, y con o sin sótano. En esa línea, el profesor del RUM señaló que los excesos en el nivel de acción identificados –hasta ahora– pueden deberse a grietas en el suelo o en las uniones entre el suelo y las paredes de las viviendas, permitiendo que el gas percole; o a las características geológicas del terreno donde ubican.
“Otro factor puede ser que las casas, en su interior, tengan algún tipo de ventilación o algún tipo de succión o equipo que esté creando una presión negativa. Al tener una presión negativa, puede abonar a que haya más gas”, dijo.
Por su parte, la directora de la División de Protección Ambiental del Caribe de la EPA, Carmen Guerrero, resaltó que los siete municipios iniciales y los 13 que se sumarán al proyecto ubican en el karso norteño. La selección no es casualidad, pues se entiende que en el karso norteño, por ser una superficie porosa, el radón tiende a escapar más rápido. El estudio busca confirmar esa correlación.
Además de Arecibo, San Sebastián, Lares, Ciales, Morovis, Camuy y Hatillo, ahora se medirán los niveles de radón en Rincón, Aguada, Moca, Aguadilla, Isabela, Quebradillas, Barceloneta, Florida, Manatí, Vega Baja, Vega Alta, Jayuya y Utuado. “Ampliamos la cobertura del estudio para tener un área más extensiva del karso norteño”, indicó Guerrero.
“El asunto con el radón es que puede ser un riesgo a la salud serio. Es la causa número uno de cáncer de pulmón entre no fumadores en Estados Unidos y la segunda entre quienes fuman, y un fumador expuesto a radón tiene más riesgo de padecer cáncer de pulmón. Pero, en estructuras con altos niveles de radón, la situación se puede solucionar rápidamente de forma efectiva, sencilla y a bajo costo”, agregó.
Por lo general, la mitigación o remediación en casas con altos niveles de radón consiste en instalar una tubería en el suelo que funcione como extractor del gas, de forma que se minimice o evite su entrada a los hogares.
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Tarafa Vélez y Guerrero explicaron que, en este caso, la mitigación se hará en una segunda fase del proyecto. Una vez se muestreen las 350 residencias, la EPA determinará cuáles requieren mitigación. La dependencia federal ya tiene fondos aprobados para la adquisición de los equipos, cuya instalación se hará a través de un contratista local aún no seleccionado. El equipo de RUM tendrá a cargo la supervisión de los trabajos.
Hasta el momento, los muestreos se han completado en 83 viviendas. El proceso es muy sencillo y consiste en la instalación de un monitor electrónico de radón por siete días. Los investigadores llevan y recogen el aparato (siguiendo los protocolos para prevenir contagios de COVID-19) y les entregan material educativo a los ciudadanos, que deberán firmar una hoja de consentimiento. La participación es gratis y voluntaria.
Si desea ser parte del estudio, puede llamar al (787) 977-5865 o escribir a reyes.brenda@epa.gov o pedro.tarafa@upr.edu con su nombre, dirección, teléfono y correo electrónico. Es indispensable que resida en alguno de los 20 municipios que componen la muestra.
En la década de 1990, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, en inglés) midió el alcance del radón en Arecibo, San Sebastián, Lares, Ciales, Morovis, Camuy y Hatillo y encontró “niveles de preocupación”. El estudio actual es una continuación de ese primer esfuerzo.
Estimados de la EPA apuntan a que 21,000 personas mueren cada año en Estados Unidos por exposición a radón.