El 2025 fue un año lleno de retos para muchos sectores, en especial para aquellos que trabajan con la cultura y el arte. Cambios de políticas a nivel federal y el desmantelamiento de instituciones como el National Endowment for the Humanities han amenazado el trabajo de incontables organizaciones, privando su acceso a los fondos necesarios para mantener activas sus iniciativas y programas, muchos de los que impactan directamente a comunidades desaventajadas en todos los Estados Unidos y sus territorios.

Como es de esperarse, Puerto Rico también se ha visto afectado por estos cambios, pero la escena cultural en la isla no ha estado nunca ajena a crear desde la precariedad. Aunque el trabajo de grandes organizaciones es crucial para la salud general de la cultura puertorriqueña, la realidad es que su corazón está en la dedicación de los agentes creativos independientes que desde sus respectivas disciplinas y con muy pocos recursos logran mantenerla viva.

Aun así, en este 2025 se pueden destacar varios logros culturales que, precisamente, demuestran cómo el espíritu creativo puertorriqueño mantiene su fuerza en medio de los embates a los que se ha enfrentado y seguirá enfrentando mientras a nivel institucional no se tomen las medidas adecuadas para permitir su funcionamiento adecuado, la remuneración adecuada para agentes creativos y una visión general que fomente el crecimiento y la preservación de los bienes culturales del país. Aquí, algunos logros que, según El Nuevo Día, merecen resaltarse:

Cuando la pandemia de Covid-19 paralizó al mundo en el año 2020, pocos espacios sufrieron tanto como los teatros. Incontables producciones tuvieron que ser canceladas debido a las reglas de distanciamiento y el temor general provocado por el virus. No fueron pocos los espacios que se vieron obligados a cerrar sus puertas y los que lograron sobrellevar la carga solo pudieron hacerlo diversificando sus proyectos creativos y adaptándolos a presentaciones en plataformas virtuales y redes sociales.

Pero con el paso del tiempo, la escena teatral ha hecho un regreso que cada vez parece cobrar mayor fuerza y este año, en Puerto Rico, no ha sido la excepción. Desde inicios de año, los distintos teatros en la isla han mantenido producciones corriendo de forma constante, desde las ya conocidas comedias hasta piezas más dramáticas y experimentales. Se destaca este año, además, la gran calidad de estas producciones, como en el caso de los varios musicales que han llegado a escenarios, como “Rock of Ages” y “Shrek, el musical”. Espacios independientes como Teatro Breve en Santurce e Impro Galería de la Liga Puertorriqueña de Improvisación Teatral (LIPIT) ubicado en Hato Rey, también se han destacado y han logrado mantener una presencia activa en medio de las numerosas dificultades que representa hacer teatro en Puerto Rico.

Continuando en una tendencia que se viene marcando desde los pasados dos años, el 2025 también ha sido un año en el que el cine puertorriqueño ha continuado en crecimiento.

Este año, películas como “Esta isla”, de Lorraine Jones Molina y Cristian Carretero, al igual que el filme “Trenzadas”, de Raisa Bonnet, han sido galardonadas con premios en eventos prestigiosos como el Festival de Cine de Tribeca y el mercado Ventana Sur en Argentina. Del mismo modo, varios filmes independientes han llegado a salas de cine, como “Parto”, una producción de Teatro Breve y “@Amor”, dirigida por Anabelle Mullen.

También se han presentado importantes documentales, como “Golpe de agua”, de Carla Cavina, que captura con impresionante humanidad las huellas del huracán María en Puerto Rico. Asimismo, varios nuevos proyectos se estarán presentando en festivales a lo largo de todo 2026 y películas locales como “Nunca digas nunca”, un especial de “stand-up” de Marisé Álvarez, estrenarán en la gran pantalla.

Puerto Rico siempre ha sido una cuna de gran producción literaria y en pasados años se ha podido ver un crecimiento marcado en la calidad de los libros publicados tanto por editoriales locales como internacionales.

Este 2025 ha sido un año particularmente bueno, ofreciendo una gran diversidad de nuevos libros de autores conocidos y primerizos que cubren todo tipo de temas. Novelas como “Misa de coronación”, de Juan López Bauzá, “Alborada”, de Cherie Pedreira, “Los nidos”, de Xavier Valcárcel, “Esto también es una casa”, de Cezanne Cardona, “El libro de las tías”, de Magali García Ramis, entre muchos otros, ofrecen varias narrativas que exploran desde distintos frentes a la experiencia puertorriqueña y su evolución.

La poesía también se ha destacado en las obras de editoriales independientes como la Editorial Pulpo, y la literatura infantil también ha encontrado vida en las obras de una gran diversidad de autores puertorriqueños que buscan conectar con generaciones más jóvenes.

La identidad puertorriqueña, como la conocemos hoy, es un concepto de definición relativamente reciente. No fue hasta mediados del siglo XX que, bajo la dirección del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), se hizo una construcción clara de lo que constituía “ser boricua”, resumido en símbolos como la bandera, la versión romántica de la imagen del jíbaro, e ideas como la mezcla de “las tres razas” (indio, español, africano).

Pero la puertorriqueñidad siempre ha sido un concepto maleable que crece y se adapta según los tiempos y este año, nada dejó eso tan claro como la extensa residencia de Bad Bunny en el Coliseo de Puerto Rico, aptamente titulada “No me quiero ir de aquí”. Aunque recurriendo a esos símbolos estereotípicos para expresar un sentido de identidad, durante el periodo de la residencia muchos puertorriqueños, particularmente los jóvenes, se hallaron deseando conocer mejor su cultura y la historia del país. Del mismo modo, tanto boricuas locales como aquellos de la diáspora han sentido un interés por redefinir los que significa ser puertorriqueño en esta primera mitad del siglo XXI y por preservar aquellas cosas que le dan sentido de razón a esa identidad.