Entrevista
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“El libro de las tías”: Magali García Ramis viaja en el tiempo para retratar a las mujeres que forjaron a su familia

El nuevo libro de la autora recopila memorias sobre su ascendencia y la vida en un Puerto Rico que hoy parece muy distante

19 de diciembre de 2025 - 5:18 PM

La escritora puertorriqueña Magali García Ramis muestra su publicación más reciente, "El libro de las tías". (GFR Media)

Magali García Ramis sostiene un libro abierto entre sus manos que fue impreso hace casi un siglo y medio. Es un devocionario titulado “Consagrado a san José”, impreso en 1884. Es un tomo pequeño, de tapa dura, color negra, y un papel que ha sido bronceado por el paso del tiempo. En sus primeras páginas se puede ver una ilustración del santo con el Niño Jesús en los brazos, ambos agarrando el extenso tallo de un lirio. No puede decirlo con certeza, pero lo ha pensado —lo ha escrito, de hecho—, que quizá gracias a su intercesión, la familia Ramis se haya formado en Puerto Rico. Pero san José, encontraría la autora más adelante, parece tener un buen sentido del humor.

De hecho, cuando fue a publicar “El libro de las tías” (Ediciones Callejón, 2025), su más reciente obra literaria, la autora consideró seriamente dedicarle el libro al santo. Esta obra no es el típico libro de memorias o una autobiografía. García Ramis, periodista, académica y una de las escritoras más destacadas de su generación, tardó casi 30 años en darle forma a este peculiar proyecto, que narra la historia de su familia materna, desde la llegada de su abuelo de Mallorca a principios del siglo XX. Se trata de una obra que elude definición, una gran crónica familiar, que, de muchas formas, habla del Puerto Rico que alguna vez fue y, quizá, sobre lo que ese país ya pasado puede enseñarnos hoy.

Devocionario a san José.
Devocionario a san José. (GFR Media)

Cuando Francisco Ramis vino a la isla, lo hizo con la intención de cobrar unas deudas que sus tíos le debían a su madre, María Luisa Borrás, viuda, que luchaba por mantener su familia y su estilo de vida a flote. Siendo el hombre de la familia, zarpó en barco hasta el lejano Caribe para hacerle justicia a doña María Luisa y regresar victorioso a su natal Mallorca. Pero esos planes irían cambiando radicalmente con el paso del tiempo. Encomendándolo a san José, su madre rezó y rezó por su bienestar, convidándolo a la divina gracia para que cumpliera esta misión y, de paso, a su regreso, encontrara una esposa decente.

Pero el santo patrono de las familias y el hogar parece haber interpretado las peticiones a su propio modo y, aunque Francisco nunca pudo cumplir el propósito de su travesía, durante su tiempo encontró el amor en la forma de Isolina Díaz, casualmente natural del pueblo del “Señor San José de Gurabo”.

De esa unión nacieron ocho hijos: María Luisa, María de Monserrat, Isolina, Guillermo, María Antonia, Francisca, Cristina y Eladia. Con un solo varón en la familia, fueron, entonces, las mujeres, las ilustres tías, quienes dieron forma al destino de toda la familia, comenzando con María Luisa Ramis, la hija mayor. Estudió farmacia en la Universidad de Puerto Rico y fundó el primer laboratorio clínico dirigido por una mujer en el país. Pero más allá de sus grandes logros, “Wica”, como fue apodada por toda su familia, fungió como una gran archivera y coleccionista de todos los objetos que pasaban por sus manos, creando, sin saberlo, el acervo que décadas después permitiría a su sobrina contar sus historias.

Todavía yo encuentro cosas. Todavía hay cosas que de pronto salen de alguna caja que no llegué a ver”, cuenta Magali, sentada en la gran terraza abierta del edificio en el que vivieron sus tías, su tono de voz dulce, con un suave acento clasemediero que debió desarrollar desde la infancia.

Lleva el cabello muy corto, de un color plata natural, blusa grisácea con mangas enrolladas y pantallas amarillas, como dos pequeños soles. Lo que es hoy este libro empezó como algo totalmente distinto. Llegó, incluso, a ser su propuesta de tesis mientras estudiaba historia. Pero con el tiempo, la historia que quería contar fue tomando su forma actual y convirtiéndose en el testimonio de toda una dinastía y el amor que los mantuvo unidos por tantos años, a pesar de distintas crisis de país, la muerte y la distancia. Todo empezó en el hogar, o más bien en los hogares, que por mucho tiempo sus tías ocuparon.

Libro de gastos recopilados a mano por su abuelo.
Libro de gastos recopilados a mano por su abuelo. (GFR Media)

Al morir sus tías, la familia comenzó a sacar incontables cajas del último apartamento en que vivieron, cada una repleta de objetos y documentos que iban desde equipos de laboratorio hasta libretas escritas a mano por su abuelo en las que documentaba cada gasto que realizaba en una caligrafía exquisita. La obsesión rayaba en lo absurdo: si visitaba hoteles, guardaba los agitadores que ponían en los tragos, si algún sobrino de hacía un regalo, recortaba un pedazo del papel en el que vino envuelto y lo archivaba. El porqué de esta conducta es una pregunta que la autora se ha hecho incontables veces, pero la respuesta nunca queda del todo clara y tal vez simplemente así deba ser.

Nunca pensó que le interesarían estas “chucherías” que su tía tenía guardadas. Les tomó una década vaciar el edificio, y en ese proceso, fue cayendo como en un hechizo que le hizo querer preservar todos estos objetos. Originalmente, el libro iba a ser solo sobre su tía mayor, pero pronto se dio cuenta de que eso sería imposible, que no estaría completo sin sus hermanas, porque siempre estuvieron juntas. Y allí, entre todos esos objetos, estaban las historias de sus vidas.

“Hacemos unos nidos, una cueva donde somos felices, y por eso busqué también dónde vivieron ellos, cómo era eso, y me gustó mucho eso, de pensar que por aquí caminaron, que aquí fue que nació, y ese tipo de cosas”, explica sobre el proceso de investigar y seguir los pasos de sus antecesores. Dónde parar es la verdadera pregunta, porque, de cierto modo, la historia nunca deja de pasar. “Estamos inmersos en un mundo histórico, pero afortunadamente no estamos conscientes de ello, simplemente vivimos y luego con los años las cosas se hacen históricas”.

“El libro de las tías” es una serie de retratos de muchos tiempos. Captura perfectamente la experiencia de aquellos que llegaron a la isla con la intención de una mejor vida, luego las familias que forjaron y la experiencia de crecer en un Puerto Rico que todavía pertenecía al ensueño, luego a la modernidad y lo que significaba ser puertorriqueño. La autora había explorado algunas de estas ideas en su reconocida novela “Felices días, tío Sergio”, claramente inspirada en su niñez y la historia de su familia, pero en aquella novela, parecía más interesada en el cambio, en la idea de crecer, de romper con las cadenas de las cosas que nos atan para crear un mundo propio.

Ahora, décadas después, este nuevo libro hace una pausa, y, contraria a aquella narrativa, hace un esfuerzo grandísimo por sostenerse a ese pasado que nos forja, de la vida que alguna vez fue y que, el día menos pensado, comienza a extrañarse. Pero Magali tampoco se entrega al sentimentalismo, sabe que los tiempos cambian y que el país y su identidad seguirán evolucionando.

Equipo de laboratorio utilizado por su tía "Wica".
Equipo de laboratorio utilizado por su tía "Wica". (GFR Media)

Ser boricua es algo que está cambiando todo el tiempo. Que los jóvenes hoy día hagan los cambios, el mundo es para ellos y ellos tienen que hacerlo como ellos crean. Uno no puede darle discursitos de que tienen que ser de cierta forma para poder ser boricua. No, tú eres puertorriqueño, como sea que tú lo definas”, dice.

Quizá, como con su familia, el señor san José también encuentre tiempo para ayudar a forjar ese destino.

“El libro de las tías” ya está disponible en librerías.

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