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Por miedo, culpa, impotencia o por vergüenza, la mayoría de las niñas, niños y adolescentes que son víctimas de abuso sexual callan por mucho tiempo. Se suelen sentir cómplices de la situación de abuso, sobre todo porque cuando son muy pequeños no entienden del todo lo que les pasa. Por eso, es fundamental acompañarlos en el desarrollo de su autonomía progresiva y darles herramientas que colaboran en la prevención desde los primeros años.