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Basta con escudriñar en las gavetas de la cocina, echar un vistazo a la nevera o buscar en la lonchera para darse cuenta de que la mayoría de los recipientes que usan las personas para almacenar y servir comestibles están fabricados con plástico.
A la hora de empacar el almuerzo este, por lo general, también tiende a ser el material predominante por su durabilidad, flexibilidad y liviandad. Es común ver a los trabajadores y a los estudiantes introduciendo este tipo de contenedores en el microondas, un ‘caballo de batalla’ en los hogares, pero también en los lugares públicos.
La popularidad de los recipientes de plástico ha hecho que a su alrededor surja un amplio debate de salud. ¿Pueden sus compuestos químicos resultar un riesgo para el bienestar de las personas, una vez entrar en contacto con el microondas?
¿Es malo calentar el almuerzo en microondas con recipientes plásticos?
La Universidad de Harvard señala que las sustancias químicas en los plásticos pueden filtrarse fuera del material, penetrando los alimentos y bebidas que se consumen. Algunas de estas sustancias químicas se han relacionado con problemas de salud como trastornos metabólicos (incluida la obesidad) y reducción de la fertilidad, según detalla la institución estadounidense.
“Algunos plásticos no están diseñados para microondas porque tienen polímeros en su interior para hacerlos suaves y flexibles, que se derriten a una temperatura más baja y pueden filtrarse durante el proceso de microondas si supera los 100 °C (212 °F)”, dijo Juming Tang, profesor. de ingeniería de alimentos en la Universidad Estatal de Washington, en diálogo con ‘BBC’.
Entre las sustancias químicas bioactivas más perjudiciales se encuentra el bisfenol A, también conocido como BPA, y los ftalatos. El primero se encuentra en plásticos de policarbonato y resinas epoxídicas. Por ejemplo, en botellas de agua o el interior de productos metálicos como latas de comida, tapas de botellas y conductos de suministro de agua, de acuerdo con Mayo Clinic.
La entidad citada anteriormente sugiere que el BPA es seguro en niveles bajos, pero cuando se filtra en los alimentos puede generar aumento de la presión arterial y estar relacionado con la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardiovascular.
El bisfenol A puede, además, fungir como interruptor endocrino y afectar a las hormonas del cuerpo. Se ha relacionado también con anomalías fetales y trastornos cerebrales y de comportamiento en bebés y niños, según un estudio realizado en el año 2020.
Otra investigación publicada en la National Library of Medicine (NIH en inglés) concluyó que “el BPA desempeña un papel en la patogenia de varios trastornos endocrinos, como la infertilidad femenina y masculina, la pubertad precoz, los tumores dependientes de hormonas, como el cáncer de mama y de próstata, y varios trastornos metabólicos, incluido el síndrome de ovario poliquístico (SOP)”.
Una evaluación exhaustiva de varias pruebas científicas por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (Efsa) arrojó que la exposición alimentaria al bisfenol es, para este momento, un problema de salud para consumidores de todos los grupos de edad. Tanto la Comisión Europea como las autoridades nacionales deben debatir las medidas reglamentarias adecuadas a implementar.
Con el objetivo de no exponerse al BPA, Mayo Clinic recomienda evitar poner este tipo de recipientes en el calor, puesto que puede descomponerse y filtrarse en los alimentos. En su lugar, se aconseja utilizar contenedores de vidrio, porcelana o acero inoxidable para alimentos y líquidos calientes.
Los ftalatos, otra sustancia química peligrosa
Otra de las sustancias químicas presentes en los plásticos y que se puede filtrar en los alimentos una vez entra en contacto con el calor son los ftalatos, utilizados habitualmente para ablandar los plásticos rígidos.
Al igual que el BPA, este compuesto puede tener impacto en las hormonas y el sistema metabólico. Varios estudios señalan que tanto las embarazadas como los niños y los adolescentes son más vulnerables a los efectos para la salud de los ftalatos, sobre todo a aquellos que alteran el sistema hormonal.
“En los niños, los ftalatos pueden aumentar la presión arterial y la resistencia a la insulina, lo que puede incrementar el riesgo de trastornos metabólicos como la diabetes y la hipertensión. La exposición también se ha relacionado con problemas de fertilidad, asma y TDAH”, puntualiza ‘BBC’.
Ante la ausencia de requisitos estrictos, los expertos coinciden en que hay que evitar los recipientes de plástico con productos químicos que pueden filtrarse en sus alimentos. En su lugar, la cristalería o el acero inoxidable pueden resultar buenas opciones.