

17 de julio de 2025 - 11:10 PM
Con la llegada del verano, el aumento de las temperaturas y la mayor cantidad de horas diarias de luz natural e irradiación solar, muchas personas comienzan a exponerse al sol con el objetivo de conseguir un buen bronceado epidérmico.
Sin embargo, para algunas de ellas, las que sufren tanorexia o ‘adicción psicológica al bronceado’, la búsqueda del tono dorado ideal para la piel puede transformarse en una conducta obsesiva que puede tener consecuencias graves para su salud.
La tanorexia aún no ha sido clasificada en los manuales de psiquiatría como un trastorno mental, y su denominación tampoco aparece en los diccionarios de términos médicos, pero existe cierto consenso en que es un comportamiento adictivo y patológico que puede generar perjuicios psicológicos y un severo daño dermatológico, por lo que requiere tratamiento.
Las personas que manifiestan esta conducta experimentan una percepción distorsionada del aspecto de su propio cuerpo, llegando a verse “demasiado pálidas o blancas”, incluso cuando ya presentan un tono oscuro en la piel, lo que las conduce a exponerse de forma reiterada y prolongada al sol o a cabinas de rayos UVA, sin tener en cuenta los riesgos asociados.
En el plano físico, esta conducta, mantenida en el tiempo, puede producir quemaduras repetidas, envejecimiento prematuro y lesiones precancerosas, mientras que en la faceta psicológica se vincula a síntomas de ansiedad y baja autoestima, interfiriendo el funcionamiento social, laboral o personal, sobre todo en jóvenes y adolescentes, según la aseguradora médica privada Nara.
Las preocupación por mantener el bronceado mucho tiempo; el aumento progresivo del tiempo de exposición al sol al aire libre o a las radiación ultravioleta (UV) en las cabinas de bronceado; la ansiedad ante los días nublados por no poder broncearse; o la vigilancia constante de la piel para no perder el tono ycolor adquiridos son algunos indicios de este trastorno.
Este desorden forma parte de un conjunto de trastornos del comportamiento con raíces psicológicas, relacionados con la percepción distorsionada que la persona tiene de su propio aspecto físico.
En este grupo también se incluyen la ‘ortorexia (‘obsesión por controlar la calidad de los alimentos que se consumen’); la anorexia (‘síndrome de rechazo de la alimentación por miedo a engordar); la ‘megarexia’ (‘trastorno de las personas obesas que no se ven como tales y no se alimentan adecuadamente’) y la ‘vigorexia’ (obsesión patológica por desarrollar la musculatura).
Una de las primeras referencia a este trastorno aparece en un estudio efectuado por dermatólogos y publicado en 2005, que mostraba que algunas personas tenían un patrón de comportamiento similar al que presentan los adictos al alcohol, el tabaco o las compras compulsivas, perdiendo el control sobre sí mismas y dando paso a un comportamiento de tipo obsesivo-compulsivo.
Investigaciones posteriores mostraron que cuando las personas con ‘adicción al bronceado’ toman el sol con gran frecuencia, en su cuerpo se liberan opioides endógenos y endorfinas, sustancias que alivian el dolor y causan sensación de placer y bienestar, y que cuando dejaban de exponerse a la radiación solar sufrían un síndrome de abstinencia similar al que generan las adicciones.Disfrutar del sol con la protección adecuada.
Desde Nara recomiendan “aprender a disfrutar del sol de forma saludable, sin adicciones ni obsesiones, no solo por cuestiones estéticas, sino principalmente para prevenir un riesgo real para la salud”.
La piel tiene ‘memoria’ (los daños solares son acumulativos), por lo que los sucesivos bronceados que experimentemos en la actualidad pueden definir nuestra salud dermatológica dentro de 10 o 20 años”, señalan los especialistas de esta aseguradora.
Para minimizar el impacto de la radiación ultravioleta sobre la piel, estos expertos recomiendan usar a diario un protector solar de amplio espectro (con un factor de protección solar ó SPF mínimo de 30), incluso en los días nublados, reaplicándolo en abundancia cada 2 horas, además de utilizar sombreros, gafas de sol homologadas y ropa fotoprotectora.
Según un estudio efectuado de 2017 por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Georgetown (EE. UU) en 400 mujeres que se broncean, el 20 % de las participantes en la investigación mostraron signos de dependencia adictiva, informa la Fundación del Cáncer de Piel (SCF, por sus siglas en inglés).
En ese estudio, las adictas a broncearse estaban convencidas de que las sesiones de bronceado les producían beneficios físicos y anímicos; y de que broncearse mejoraba su apariencia y actitud, haciéndolas sentir mejor consigo mismas, aunque una vez desaparecida esa sensación de bienestar, las usuarias de camas solares mostraban signos de depresión, según la SCF.
“Es importante entender por qué las personas se sienten obligadas a broncearse y dejar de hacerlo no es sencillo para algunas de ellas, ya que ayuda a los médicos y otros profesionales de la salud a desarrollar mejores técnicas de intervención que animen a las personas a abandonar esa conducta adictiva”, según la doctora Deborah S. Sarnoff, presidenta de la SCF.
“No existe un bronceado UV saludable. Ya sea que estés tumbado en la playa o en una cama solar, el daño que sufre tu piel puede provocar envejecimiento cutáneo y un cáncer de piel potencialmente mortal”, asegura esta dermatóloga estadounidense.
La doctora Sarnoff ofrece algunos consejos para quienes tienen dificultades psicológicas para dejar el bronceado adictivo:
Otros especialistas coinciden con la doctora Sarnoff, afirmando que quienes desean broncearse la piel tienen a su disposición en el mercado cremas y aerosoles autobronceadores, mientras que practicar ejercicio físico puede estimular un aumento de las endorfinas similar al que puede provocar el bronceado, pero de un modo más saludable y sin riesgo de cáncer de piel.
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