:format(jpeg):focal(412x223:422x213)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gfrmedia/ZBLHXJRNBNEAVKOGPDOZ34372E.jpg)
La vorágine de comentarios que generó en los medios de comunicación y en redes sociales la reciente aparición de la cantante Madonna en los premios Grammy, tras el dramático cambio que luce su rostro a raíz de las cirugías y procedimientos estéticos, ponen de manifiesto la necesidad o el interés que existe en los seres humanos por retrasar el envejecimiento, y prolongar su aspecto juvenil.
La imagen actual de la “Chica Material”, de 64 años, dista mucho de como lucía en sus 40 o 50 años. Su rostro ahora luce hinchado, con una piel extremadamente lisa, sin nada de arrugas, una quijada extremadamente triangular y unos pómulos fuertemente marcados. Comentarios como ¿debió realizarse procedimientos estéticos tan extremos? o ¿cómo su cirujano plástico contribuyó a que esto pasara?, fueron algunas de las que surgieron luego de su participación en los ceremonia que reconoce a los mejores cantantes e intérpretes de la música. Madonna repelió las críticas catalogándolas de una forma de misoginia y de discriminación por edad.
Pero, más allá de los artistas cuyas fotos han circulado en las últimas semanas por su aspecto notablemente rejuvenecido, la tendencia de procedimientos estéticos cada vez es más común a todos los niveles. Fíjate en tu entorno profesional o personal y notarás que no es una cuestión solo de celebridades.
Y es que, en la era moderna casi a todo el mundo le ha pasado que dejan de ver a una persona por un tiempo y al reencontrarse encuentran un rostro muy cambiado y, en ocasiones, casi irreconocible.
En Magacín consultamos a dos expertos en el tema -el cirujano plástico Carlos Portocarrero y el cirujano oculoplástico y especialista en rejuvenecimiento facial, José Raúl Montes- sobre las interrogantes de ¿hasta qué punto debe llegar la persona al momento de buscar el rejuvenecimiento? y ¿hasta dónde llega la intervención y la orientación del profesional de la salud que realiza los procedimientos?
“Hay que partir de la premisa de que la belleza está en el ojo del observador. Una persona pude querer estar de una forma, pero que no le guste a lo demás. También está la autonomía del paciente que, junto a su cirujano, va a decidir qué cambios desea... Hay que aprender a entender, ver y respetar la realidad del ser humano que vive al lado. Si a la persona le agrada, ahí se logró el resultado”, opinó Portocarrero.
Mientras que Montes destaca que, aunque las expectativas del paciente deben estar alineadas con la opinión del médico, “hay que tomar en cuenta que cada persona busca su ideal de belleza y juventud. Con la fluidez de género que hay cada uno busca los rasgos de acuerdo a al sexo con el que se identifique”.
Ambos profesionales coinciden en que la percepción de lo que es natural es muy individual y cambia tanto de un paciente a otro como entre los mismos cirujanos que realizan los cambios. Y, aunque la mayoría de los pacientes que llegan a su oficina buscan resultados naturales, sí hay un grupo que desea que la transformación sea visible.
“Para algunas personas que el hecho de estar cambiando su imagen es como un símbolo de estatus. Por ejemplo, hay mujeres que quieren que el seno se vea bien operado y se note la forma redondeada arriba. Muchas veces es porque en el ambiente donde se desenvuelven eso es lo usual”, dice Portocarrero.
“Hay personas que sí quieren verse operadas o inyectadas. Las redes sociales influyen mucho en la forma en la que las personas quieren verse. Estudios señalan que cuando una persona se rodea de ciertos modelos de belleza a la larga quieren seguirlos. Por ejemplo, una persona que ve labios anchos todo el tiempo, a la larga va a querer labios anchos”, añade Montes.
Cambios radicales
Portocarrero indica hay una imagen que se promueve en el imaginario colectivo de una generación que buscan hacer unos cambios en su rostro. A veces con Botox y rellenos se pueden lograr cambios que no son permanentes, los cuales son aceptados por un grupo. Mientras, que otros pacientes llegan buscando alternativas que son irreversibles.
“La realidad actual es que en el mundo cibernético puedes crear la imagen de una persona diferente. Hay gente que se mete tanto en ese metaverso y quieren transformar su cuerpo, se ponen piercing, se ponen prominencia en la frente que parecen cuernos. Son cambios que se discuten con el paciente porque son irreversibles. Si en cinco años ya no quiere lucir así, tiene que someterse a otra operación. Pero hay gente que están metidos en ese metaverso y quieren transformarse en lo que ven. Yo como médico tengo que respetar a quien se visualiza de otra manera”, explica Portocarrero.
El cirujano plástico también enfatiza la importancia de que al someterse a un procedimiento estético el paciente tenga una buena condición de salud física y psicológica.
“La cirugía estética no deja de ser un evento médico en el que deben contemplarse todos los aspectos para que sea un buen procedimiento. Se debe hacer siempre una ponderación de carácter medico de que ese paciente esta psiquiátricamente estable para esa cirugía, como también debe estar sano el corazón, el hígado y otros órganos. Hay una preparación tanto médica como nutricional y psicológica que se debe hacer antes de un cambio radical. Hay pacientes que ocultan que tienen padecimientos psiquiátricos o presión alta y cuando el paciente oculta información arriesga su vida. Por eso, la relación médico-paciente deben ser sobre las bases de la verdad”, resalta Portocarrero.
Cuando comenzar
Hace una década, cuando se hablaba inyectables eran una alternativa para personas de 40 años o más cuyo proceso de envejecimiento comenzaba a notarse. Era una manera de empezar a combatir esas primeras señales.
No obstante, la realidad es que el proceso de envejecimiento es tan individual que ya no existen reglas para buscar la manera de retrasar el uso de las distintas herramientas que hay disponibles en la actualidad.
“Los tratamientos antienvejecimientos deben comenzar en distintas etapas, dependiendo de lo que necesite la persona. Existen unos factores intrínsecos tras el envejecimiento que tiene que ver con la genética. Mientras que los factores extrínsecos tienen que ver con una vida sedentaria, una mala alimentación, fumar o abusar del alcohol”, explica Montes.
Ante los factores intrínsecos hay poco que hacer más allá de la realización de procedimientos estéticos. Mientras que los factores extrínsecos del envejecimiento pueden evitarse o al menos disminuirse teniendo una buena alimentación y cuidando la salud del cuerpo en general.
Aunque los inyectables ofrecen una alternativa más rápida y menos invasiva de lograr cambios, hay momentos en los que la cirugía es necesaria para devolverle la juventud al rostro. En esos momentos ambas herramientas se combinan para lograr resultados óptimos.
Y, aunque el “face lift” es un método permanente, Portocarrero indica que es necesario mantener el contacto médico-paciente porque el proceso de envejecimiento no se detiene y cada cierto tiempo hay que revisar si es necesario algún procedimiento a modo de seguimiento.
Otro detalle importante es prestarle mucha atención al periodo de recuperación, que en la mayoría de los casos es de seis semanas.
“La sanación que no la hace el cirujano sino su cuerpo y eso toma tiempo, no es algo de dos o tres días”, asegura.
Con el paso del tiempo, los cirujanos y dermatólogos comenzaron a manejar los inyectables de manera más versátil más allá del envejecimiento. Por ejemplo, a través de rellenos se pueden lograr cambios en la forma de la nariz y alterar rasgos del rostro que no necesariamente están relacionados con el paso del tiempo.
En la actualidad, entre los procedimientos más buscados está la modificación de la forma de la nariz, los labios más anchos y la mandíbula más pronunciada. Todo esto se logra con el uso de diversos inyectables.
“Los ‘fillers’ y neuromoduladores logran transformar el contorno anatómico sin cirugía”, concluye Portocarrero.