Washington — Cristeta Comerford, una jefa ejecutiva de la Casa Blanca que recientemente se retiró después de casi tres décadas de preparar comidas para cinco presidentes y sus invitados, dice que las primeras familias son “gente normal” cuando están en casa en las áreas de vida privadas de la mansión ejecutiva.

“No es lo que ves en las noticias”, dijo a The Associated Press en una entrevista.

Preparar las comidas de las primeras familias fue una de las muchas responsabilidades culinarias de Comerford. Las comidas generalmente se preparaban en la cocina principal, luego se terminaban en la cocina de la residencia en el segundo piso.

“Al final del día, cuando haces las comidas familiares arriba, son gente normal en casa. Solo quieren una buena comida. Quieren sentarse con su familia”, dijo. “Si tienen hijos, comen juntos. Y solo ver eso a diario, no es lo que ves en las noticias.

“Es el otro lado de ellos que podemos ver”, dijo.

Comerford, quien colgó su delantal y su gorro de chef en julio de 2024 después de casi 20 años como jefa de cocina y casi tres décadas en el personal de cocina, es la chef de más larga duración en la historia de la Casa Blanca. Su mandato abarcó las presidencias de Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden.

Cada una de las cinco familias que atendió se acercó a la comida de manera diferente, dijo Comerford en un reciente simposio de la Asociación Histórica de la Casa Blanca sobre comida y vino. Se le preguntó si describiría a alguno de los presidentes como “verdaderos sibaritas”.

A los Clinton les gustaban las comidas más saludables, dijo Comerford. La entonces primera dama Hillary Clinton contrató al primer chef ejecutivo estadounidense, Walter Scheib, e hizo que la cocina evitara servir salsas pesadas y cremas.

Ella dijo: “Aprendí mucho” sobre la cocina del suroeste de Bush, el exgobernador de Texas a quien le gustaba la comida Tex-Mex. “Hicimos miles de tamales para Navidad”, dijo sobre la popular comida mexicana de masa de maíz rellena envuelta en una hoja de maíz y al vapor hasta que se cocina.

Comerford obtuvo ideas del jardín de vegetales que Michelle Obama comenzó cuando estaba promoviendo la alimentación saludable, principalmente para los niños. “Usamos el jardín como una especie de columna vertebral para el desarrollo de nuestro menú”, dijo.

Trump y la primera dama Melania Trump son “comedores muy, muy clásicos”, dijo. La señora Trump “amaba la comida italiana, así que tendemos a hacer las pastas, pero ligeras”. Comerford no comentó sobre las elecciones de comida del presidente Trump, pero se sabe que le gusta un bistec bien cocido servido con salsa de tomate y comida rápida.

Jill Biden fue la primera primera dama italoamericana, y la cocina hizo “mucha comida italiana también, porque le encantaba la comida italiana”.

En general, “es diferente para cada familia”, dijo Comerford, “pero mi trabajo como chef es ejecutar su estilo, sus gustos y sus preferencias”.

Una cena de estado de etiqueta negra es el honor diplomático más alto que Estados Unidos reserva para sus aliados cercanos.

Comerford presidió 54 de estos opulentos eventos, incluidos los de Francia y Australia durante el primer mandato de Trump. A veces, se traía chefs invitados para ayudar.

Las cenas de estado les dan a los presidentes la oportunidad de reunir a cientos de invitados de los mundos del gobierno, la política y otras industrias para una velada en la que la comida de tres platos, la decoración y el entretenimiento están diseñados para ayudar a fomentar las relaciones deslumbrando al líder extranjero visitante.

El personal de la primera dama y el secretario social suelen tener unos dos meses para preparar uno.

Comerford dijo que su equipo comenzó investigando los gustos y disgustos del líder visitante, luego usó la información para crear un menú utilizando lo mejor de la comida estadounidense al tiempo que incorporaba matices del país que se reconoce.

Ella desarrollaría al menos tres menús diferentes. Luego vinieron las degustaciones para que la primera dama tomara una decisión final.

Comerford, de 62 años, comenzó su carrera atendiendo una barra de ensaladas en un hotel del aeropuerto de Chicago antes de trabajar como chef en restaurantes en Austria y Washington. Scheib, entonces chef ejecutivo de la Casa Blanca, la contrató en 1994 para un trabajo temporal preparando una cena de estado para Nelson Mandela, el recién elegido presidente de Sudáfrica.

Scheib luego la contrató como chef asistente en 1995, y ella lo sucedió una década después, convirtiéndose en la primera mujer y la primera persona de color en ocupar permanentemente el puesto de chef ejecutivo. Comerford es una ciudadana estadounidense naturalizada que nació en Filipinas.

Su esposo, John Comerford, también es chef, y ella le da crédito por sacrificar su carrera para estar presente para su hija para que ella pudiera prosperar en la suya. Su hija es pastelera.

Cuando Comerford se retiró, el chef asistente Tommy Kurpradit, cuyos padres son de Tailandia, fue nombrado chef ejecutivo interino. Melania Trump, quien trabajó con Comerford en la primera administración de Trump, no ha nombrado un sucesor.

Comerford dijo que manejó todo con “muchas oraciones”, a menudo dichas durante su viaje de una hora a la Casa Blanca temprano en la mañana, pero también siendo versátil, humilde, capaz de manejar el caos y teniendo fe en sí misma y en su equipo.

“Una cosa con cocinar en la Casa Blanca, no solo haces comidas de alta cocina”, dijo. “Tienes que saber cómo cocinar huevos y desayuno. Tienes que saber cocinar una hamburguesa aplastada”.

También ayuda recordar que el trabajo es sobre la familia.

“No hay ego en eso”, dijo Comerford.

La historia culinaria de la Casa Blanca incluye chefs de China, Japón, Filipinas, Corea del Sur y Tailandia, desde el siglo XIX, según Adrian Miller y Deborah Chang, coautores de un nuevo libro, “Cooking to the President’s Taste: Asian Heritage Chefs in White House History”.

La mayoría afiló sus habilidades a través del servicio en el ejército de Estados Unidos.

Antes de Comerford, Pedro Udo, un filipino entrenado en el ejército de Estados Unidos, fue el primer chef de herencia asiática en dirigir la cocina de la Casa Blanca después de ser ascendido de chef de carne a chef principal en junio de 1957, según el libro. Preparó comidas para la reina Isabel II y el príncipe Felipe más tarde ese año, y para el líder soviético Nikita Khrushchev en septiembre de 1959 durante la Guerra Fría.

Pero su período terminó después de menos de cuatro años cuando la nueva primera dama, Jacqueline Kennedy, contrató al aclamado chef francés René Verdon a principios de 1961.

Miller dijo que el libro ofrece una “ventana única” a la presidencia.

“Tenemos una mirada a los presidentes, pero también los presidentes tuvieron una mirada a la vida asiáticoamericana en formas que quizás no habían tenido antes”, dijo a la AP en una entrevista. “Y creo que, ya sabes, para los presidentes que decidieron abrir esa ventana y descubrir más sobre las personas que estaban brindando, consolándolos a través de una comida increíble, creo que nuestra nación es mejor para ellos”.