Perkinston - En el abrazo de un mono araña alegremente parlanchín llamado Louie, un veterano del Ejército que luchó durante décadas contra el trastorno de estrés postraumático dice que finalmente se siente en paz.

“Estar aquí me ha devuelto mucha fe”, dijo John Richard. “No hay sentimiento igual”.

El vínculo comenzó el otoño pasado cuando Richard estaba ayudando a dos veteranos casados a instalar el Santuario de Primates de la Costa del Golfo, ofreciendo su tiempo como voluntario para construir el recinto que ahora es el hogar de Louie en la zona rural del sureste de Mississippi.

Durante una visita reciente, Louie rápidamente trepó por el cuerpo de Richard, envolviéndolo con sus brazos y cola en una especie de abrazo. Richard, a su vez, colocó su mano sobre la espalda del primate y susurró dulcemente hasta que Louie se desenredó y se alejó.

“Está haciendo sus pequeños sonidos en mi oído y, ya sabes, siempre te está diciendo: ‘Oh, te amo’”, dijo Richard. “Sé que estás bien. Sé que no me vas a lastimar”.

Richard dijo que su conexión con Louie ayudó más que cualquier otro tratamiento para el trastorno de estrés postraumático que recibió desde que fue diagnosticado hace más de 20 años.

Es una historia similar para la fundadora del santuario, April Stewart, una veterana de la Fuerza Aérea que dijo que desarrolló el trastorno de estrés postraumático como resultado de un trauma sexual militar.

“Estaba destruyendo mi vida. Era como un cáncer”, dijo. “Fue un trauma que nunca se curó adecuadamente”.

El amor de Stewart por los animales fue una forma de afrontarlo. No se propuso necesariamente crear un lugar de curación para veteranos con trastorno de estrés postraumático, pero eso es en lo que se ha convertido el santuario para algunos voluntarios.

“Al ayudar a los primates a aprender a confiar, también nos estamos reenseñando a nosotros mismos cómo confiar y nos estamos dando gracia con las personas”, dijo.

Su propiedad de 6 hectáreas, ubicada en medio de bosques y tierras de cultivo, está llena de perros de rescate, dos gansos bastante ruidosos y un gato negro. Ahora también alberga a tres monos araña, dos monos ardilla y dos kinkajous, un mamífero tropical que está estrechamente relacionado con los mapaches.

El santuario en la ciudad de Perkinston, a unos 50 kilómetros al norte de la costa del Golfo, incluye tres grandes recintos para las diferentes especies. Cada uno tiene un área más pequeña con aire acondicionado y una gran zona al aire libre cercada, donde los primates se balancean desde plataformas y descansan al sol. Revisar a los animales (cambiar sus mantas, traer comida y agua) es una de las primeras y últimas cosas que Stewart hace cada día.

Sin embargo, ella no puede hacerlo sola. Ella confía en un grupo de voluntarios para que la ayuden, incluidos varios otros veteranos, y espera abrir el santuario al público el próximo verano para visitas guiadas educativas.

Stewart y su esposo, también veterano, decidieron abrir el santuario en octubre después de rescatar y reubicar monos por primera vez. Con la ayuda de dos veterinarios de animales exóticos, formaron una fundación que gobierna el santuario, que, según dijo, es el único santuario de primates en Mississippi con licencia del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, y garantiza que los animales serán atendidos incluso cuando los Stewart ya no puedan dirigirlo ellos mismos.

Todos los animales alguna vez fueron mascotas de alguien, pero sus dueños finalmente no pudieron cuidarlos. Stewart enfatizó que los primates no son mascotas buenas ni fáciles. Necesitan mucho espacio y socialización, lo que a menudo es difícil de proporcionar para las familias.

El objetivo del santuario es proporcionar un hábitat lo más natural posible para los animales, dijo Stewart, y reunirlos con su propia especie.

“Esta es su familia”, dijo.