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40 años de nostalgia: Ponce “sigue de pie” y recuerda a las víctimas de la tragedia de Mameyes

Sobrevivientes y familiares de los perjudicados regresaron este martes a la antigua comunidad para los actos de recordación de las 132 personas que perecieron

7 de octubre de 2025 - 6:41 PM

Ponce - “La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”, lee el texto que dio inicio este martes a los actos de recordación con motivo del 40 aniversario de la tragedia del barrio Mameyes, en Ponce.

Hay días en los que el clima parece tener memoria. Hoy, el cielo nublado y los relámpagos sobre la antigua comunidad recordaban aquella madrugada de 1985, cuando la montaña cedió y marcó a una generación, cambiando la historia de ese pueblo –y Puerto Rico– para siempre.

La lluvia cesó a las 4:30 p.m., justo cuando comenzaron a llegar decenas de sobrevivientes y familiares de las 132 víctimas al Parque de la Recordación, en la calle Acueducto, para la ceremonia.

“Eran como la 1:00 de la madrugada cuando empezamos a escuchar piedras cayéndose y gritos desde el acueducto –parte baja de Mameyes–. Mi papá subió para allá a ver, porque mi hermana vivía arriba, y cuando regresó me dijo: ‘Olga, tu hermana... no la encontré’”, recordó, conmovida, Marta Olga Clavel Vázquez, de 63 años.

Su hermana, “Ive”, tenía 16 años y estaba embarazada de su segundo hijo cuando Mameyes se derrumbó. Daría a luz en las próximas horas a un varón. Clavel Vázquez relató que ella y su esposo, por el mal tiempo, trataron de convencerla de quedarse en la parte baja con ellos, ya que estaba a término, pero no quiso, “y subió”.

“Hacía tiempo ya que, cada vez que mi hermana asomaba a su hija de un año por la ventana, empezaba a llorar, como si supiera la nena lo que iba a pasar”, añadió.

No fue hasta la mañana que Clavel Vázquez, cuando se levantó, decidió subir corriendo a buscar a su hermana y avistó un charco de agua, entre las casas caídas, con una cuna flotando. Pensó que era la de su sobrina, y empezó a gritar.

“Yo dije ‘Dios mío, la casa de mi hermana estaba ahí’. Pero no era ella... brinqué por encima de un poste y, cuando me asomé, lo que había era personas muertas, otros pinchados”, lamentó.

Sobre cómo se siente regresar a este lugar 40 años después, afirmó que es igual que aquel día. “No hay un 7 de octubre que yo no llore”.

Los actos conmemorativos del Municipio de Ponce buscan mantener vivo el legado de resiliencia de una comunidad que, quizás, fue borrada del mapa, pero sigue viva en la memoria colectiva.

Olga Clavel Vázquez perdió a su hermana el día del trágico incidente.
Olga Clavel Vázquez perdió a su hermana el día del trágico incidente. (Ramon "Tonito" Zayas)

“No ha sido fácil. Son 40 años de mucha lucha, angustia y sentimientos encontrados. Hoy tengo mucha nostalgia porque perdí a mi comunidad de gente buena”, sostuvo, por su parte, Israel Collazo Torres, sobreviviente y líder comunitario del barrio Nuevo Mameyes.

Collazo Torres tenía 18 años cuando ocurrió la tragedia. Ahora tiene 59 y describe cada 7 de octubre como un velorio: “Algo especial, porque nos vemos y nos abrazamos”. Al fondo, justamente, se escuchaban risas de ponceños reencontrándose tras años sin verse.

La ceremonia estuvo marcada por cantos solemnes a cargo de la joven Carol González, así como mensajes de reflexión por parte de Eduardo Rivera Rivera, líder comunitario de Mameyes.

“Parece que fue ayer, pero son 40 años en los que aquí yace toda la historia de un barrio que podrá estar caído, pero que a muchos nos vio nacer. El que no estuvo aquí, jamás entenderá lo que pasó”, expresó.

El pastor Carlos Matos, por su parte, mencionó lo “más bonito” que tenía Mameyes en esos tiempos: que los vecinos se ayudaban cuando había necesidad, y las fiestas de navidad en el barrio.

Mantener vivo el recuerdo

La alcaldesa Marlese Sifre Rodríguez también estuvo presente, y recalcó que “Ponce sigue de pie”.

Muchos de los sobrevivientes fueron reubicados en casas subvencionadas por el gobierno de Estados Unidos.
Muchos de los sobrevivientes fueron reubicados en casas subvencionadas por el gobierno de Estados Unidos. (Ramon "Tonito" Zayas)

“Hay un respeto a este lugar sagrado de la memoria ponceña, donde la naturaleza nos golpeó con fuerza y dejó una huella profunda, pero, aunque cientos de vidas se apagaron en cuestión de minutos, nació algo más fuerte: la solidaridad de un pueblo que se levantó unido para reconstruir”, dijo durante la ceremonia.

Sifre Rodríguez destacó que, hace 25 años, cuando llevaba un mes laborando en el Municipio -era nueva-, la actividad conmemorativa de Mameyes fue una de las primeras que trabajó, por lo que conoce de primera mano a mucha de su gente.

“Esperamos que las generaciones futuras comprendan que el amor por nuestra gente es más grande que cualquier desastre”, manifestó Sifre Rodríguez, acompañada, de igual manera, de la senadora por el distrito de Ponce, Jamie Barlucea Rodríguez.

Tras culminar los actos protocolares, los presentes se trasladaron al área conmemorativa -donde están sepultadas las víctimas- para colocar arreglos florales.

Luego, al monumento central, donde se levanta una estatua de San Miguel Arcángel. Aquí es donde tradicionalmente ubican las velas blancas obsequiadas por el Municipio, pero en esta ocasión Collazo Torres pidió que las encendieran en sus hogares, en busca de preservar la estructura y las zonas verdes.

El Municipio llevó a cabo un registro de las personas que asistieron al acto, como parte de su documentación oficial.

"Son muchos los recuerdos": lanzan flores donde colapsó puente de Santa Isabel

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Familiares recuerdan a las víctimas de la tragedia ocurrida hace 40 años en la carretera PR-52, sobre el Río Coamo

El Parque de la Recordación es un espacio que sirve, desde 1986, como santuario para los sobrevivientes. Actualmente, su mantenimiento está a cargo de la organización sin fines de lucro Patronato del Castillo Serrallés, tras un convenio con el Municipio firmado por el exalcalde Luis Irizarry Pabón.

Collazo Torres ofrece excursiones turísticas en el lugar y, a las nuevas generaciones, les pide que no olviden lo ocurrido en Mameyes. “La historia nunca muere”, afirmó.

En 2011, la Legislatura Municipal firmó una ordenanza para renombrar el parque como “Memorial de la recordación del barrio Mameyes”.

Desde 2001, la Casa Rosita Serrallés también alberga la Sala Memorial de Mameyes, donde hay historia, fotografías y maquetas del desaparecido sector. En este caso, sin embargo, Collazo Torres denunció la falta de cuidado, que es responsabilidad del Municipio. “Ahí, la crítica que tengo es que la sala lleva más de cuatro años sin aire”, dijo.

Además, no considera que, de parte del gobierno, se les haya hecho justicia a las víctimas. “Esta iniciativa de las tumbas fue a través de mis proyectos, si no, no hubiera nada”, estableció.

“Ya quedamos pocos, otros enfermos, otros embarcaron, otros viviendo lejos, pero, cuando miro este lugar, siento tristeza y un sueño hecho realidad por lograr que mi gente descanse en paz. Son ángeles en el camino”, puntualizó el líder de la comunidad.

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A 40 años del deslizamiento qué mató 132 personas, testigos rememoran el suceso, que para Ponce y el país todavía es una herida que no sana.

La noche de los hechos

Hace 40 años, en la madrugada del 7 de octubre de 1985, la tierra cedió en Mameyes, arrasando con, al menos, la mitad de los 200 hogares que yacían allí, que servían de hogar para aproximadamente 2,000 personas.

El deslizamiento, provocado por días de intensas lluvias asociadas al paso de una onda tropical, se convirtió en una de las mayores tragedias naturales de la historia de Puerto Rico.

El derrumbe sepultó a una comunidad, mientras sus residentes dormían, dejando a 132 muertos, aunque los sobrevivientes aseguran que fueron muchos más. De hecho, 99 cuerpos nunca fueron recuperados. Familias enteras desaparecieron y el país despertó conmocionado ante las imágenes del desastre, los rescatistas y la desesperación.

Ese fin de semana también fallecieron otras 29 personas por las lluvias e inundaciones, entre ellas, cuatro policías que iban en una patrulla por la PR-52 en Santa Isabel cuando el río Coamo se creció y socavó el puente.

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos concluyó, en su informe, que el derrumbe fue ocasionado por la saturación de la tierra tras las lluvias. El debilitamiento del terreno, causado por los pozos sépticos de la zona, lo empeoró, según el análisis.

La tragedia reveló también unas profundas desigualdades del momento. Mameyes era una comunidad pobre levantada sobre una ladera inestable y sin las medidas de seguridad adecuadas.

El barrio se fue creando en las primeras dos décadas del siglo XX en esos terrenos, que fueron donados por el español Valentín Tricoche, un acaudalado terrateniente. En él, vivían agricultores y constructores.

A un año y varios meses de la tragedia, unas 220 familias sobrevivientes fueron reubicadas en viviendas subvencionadas por el gobierno federal en la comunidad ahora llamada Nuevo Mameyes, que está localizada frente al cementerio El Yeso, donde hay víctimas enterradas.

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