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“La cárcel no me define a mí”: cinco mujeres narran sus vivencias y retos dentro y fuera de prisión

La organización A flor de piel celebró un panel para visibilizar los desafíos que viven las confinadas y cómo, al salir a la calle, la sociedad y el gobierno les cierran puertas para rehacer sus vidas

2 de mayo de 2024 - 5:21 PM

En el panel celebrado por la organización A flor de piel cinco confinadas y exreclusas expusieron qué cosas se deben cambiar para lograr una rehabilitación real en la población correccional. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

Al salir de prisión, Vanessa La Rosa Lazzú se topó con otra sentencia: el estigma social y el cierre de oportunidades de empleo y vivienda digna al tener que presentar su certificado de buena conducta.

Es bien difícil, porque tienes miedo de que alguien en la calle te vaya a maltratar emocionalmente al saber cuál es tu condición. Pasa tanto a las mujeres como a los hombres. No podemos tener trabajo o encontrar un espacio limpio o digno”, señaló la mujer, quien está en la libre comunidad hace cinco años.

Pese a los retos del sistema, La Rosa Lazzú sigue siendo referente de resistencia para sus compañeras dentro y fuera de prisión. Actualmente, se desempeña como secretaria de la Junta de Directores de la organización sin fines de lucro A flor de Piel, que da servicios a confinadas y exreclusas.

El abuso sexual a temprana edad, espacios de crianza disfuncionales, amistades con malas influencias, embarazos en la adolescencia y la falta de acceso a oportunidades y procesos de sanación fueron algunas adversidades que identificaron este jueves dos reas y tres expresas, que participaron en el panel “Las mujeres y la cárcel: historias de una población invisible”, en el teatro de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana.

Vanessa La Rosa Lazzú (derecha) se desempeña como secretaria de la Junta de Directores de la organización sin fines de lucro A flor de Piel.
Vanessa La Rosa Lazzú (derecha) se desempeña como secretaria de la Junta de Directores de la organización sin fines de lucro A flor de Piel. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

Fui abusada cuando solo era una niña por quien decía ser mi abuelo. Me llenó de mucho coraje y frustración, porque tenía dos hermanitos. Me tuve que quedar callada, porque la familia de él era de dinero. Guardé, por muchos años, silencio y me refugié mucho en la calle”, narró Brenda Moya, quien enfrenta una sentencia de 138 años y aún espera poder salir.

La también actriz y estudiante de barbería destacó que, desde su conexión con el teatro correccional, fue cambiando su carácter y manera de pensar. “Me dediqué a escribir. Tampoco sabía que tenía ese don”, contó.

Emocionada, compartió que “escuchar a mi mamá todos los días pidiéndome: ‘Brenda, por favor, sal de ahí’ es lo que me mantiene firme todos los días y ser mejor persona. Hoy en día, soy totalmente diferente. Me encanta recortar, dibujar, escribir… Soy educadora par en la cárcel”, labor en la que personas, basándose en sus experiencias, ayudan a otras a superarse.

María Martínez es otra confinada que espera el día que pueda salir de la cárcel para compensar el tiempo que no estuvo con sus hijos, de 5 y 6 años. Estuvo tres años sin verles y a punto de que el Departamento de la Familia los pusiera en adopción.

Brenda Moya enfrenta una sentencia de 138 años y aún espera poder salir.
Brenda Moya enfrenta una sentencia de 138 años y aún espera poder salir. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

“No cuento con ningún recurso familiar, pero dentro de la cárcel conocí una familia que quiere el bien para mí. Han hecho todo. Tengo la visión de poder salir para estar con ellos y recuperar todo el tiempo perdido”, puntualizó la joven cantante, que vive en un hogar intermedio del Departamento de Corrección y Rehabilitación.

La cárcel no me define a mí como persona. Yo soy mucho más. Soy una mujer valiente”, afirmó Martínez, recibiendo aplausos de la audiencia.

Luchan por erradicar el castigo perpetuo

Junto a Martínez, estaba sentada Rosa Arce, otra mujer que, desde que fue indultada, ha luchado por que la población de mujeres confinadas y exreclusas encuentre vías de acceso para su completa rehabilitación.

Puedo decir que, dentro de la prisión, sí hay amigas que sienten esa empatía y se identifican. Todas ellas han pasado por lo mismo que yo pasé. El despegarse de sus hijos; no estar con la familia y el sufrir dentro de la prisión… no quiero que pasen por eso”, recalcó Arce, también portavoz de A flor de piel.

“Sé lo que es estar sin tus hijos. Dejar a tu hijo de 1 año. Salir cuando ya tenga 21 años y estar con él solamente un año porque te lo asesinan”, manifestó.

Desde que fue indultada, Rosa Arce ha luchado por que la población de mujeres confinadas y exconfinadas encuentre vías de acceso para su completa rehabilitación.
Desde que fue indultada, Rosa Arce ha luchado por que la población de mujeres confinadas y exconfinadas encuentre vías de acceso para su completa rehabilitación. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

Durante sus últimos días en la cárcel, La Rosa Lazzú se comprometió en ser voz para evitar que otras personas tomen malas decisiones o pasen por todo lo que ella vivió.

Dentro del sistema, me di la tarea de trabajar mi proceso. Cuando fui invitada a participar del teatro correccional, tuve la oportunidad de sanar muchas cosas que ni siquiera sabía que tenía que sanar. Ahora mismo, soy una persona completamente opuesta a cuando fui ingresada”, admitió.

Al mismo tiempo, exhortó al gobierno a intervenir con el certificado de buena conducta de los confinados para lograr adquirir vivienda o un trabajo. “El decir que, ‘en cinco años, te voy a entregar el certificado de buena conducta limpio’ es una mentira. Entiendo que es el primer factor que el gobierno tiene que trabajar para lograr un trato digno y se elimine ese castigo perpetuo”, dijo.

“¿Cómo van a poder explotar todo eso que aprendieron adentro si la sociedad no se los permite?”, cuestionó.

Alexandra Berríos coincidió en cómo las personas exconfinadas entran en una nueva sentencia social cuando salen de prisión. “¿Cómo podemos comenzar a abrir puertas, a que se nos mire por quienes somos, por el potencial, y no se nos mire por un papel que diga ‘culpable, culpable, culpable’?, planteó.

Alexandra Berríos señaló cómo las personas exconfinadas entran en una nueva sentencia social cuando salen de prisión.
Alexandra Berríos señaló cómo las personas exconfinadas entran en una nueva sentencia social cuando salen de prisión. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

Al resaltar lo doloroso del juicio social, Berríos recordó que, una vez, fue tratada diferente en una tienda cuando la empleada vio que llevaba un grillete electrónico. “Mi nena, que en ese momento tenía 7 años, me dice ‘esa persona te ignoraba porque tienes grillete’. Mi hija se dio cuenta del discrimen”, expuso.

“Ni (la Administración de) Vivienda Pública te da un apartamento. Te dicen que son tres años (de espera) y no es cierto. Estamos marginadas, empezando por el gobierno”, señaló, por su parte, La Rosa Lazzú.

Relató, igualmente, cómo pasó ocho meses buscando una vivienda para moverse con sus hijos. Muchos arrendadores no le aceptaban porque, en su certificado de buena conducta, salía que había estado en prisión.

Las cinco participantes del panel apuestan por la justicia restaurativa para lograr una rehabilitación real en la población de confinados y que el proceso sea sanador para ambas partes.

“¿Por qué buscamos castigar en vez de mejorar? ¿Por qué no pasar de ‘lo hiciste mal, tienes que ser castigado’ a ‘lo hiciste mal, debes hacerlo mejor?’. Hablo de la justicia restaurativa. (…) Es estar bien pendiente al presente porque es lo que va a determinar tu futuro. ¿Cómo logramos que ambas partes –tanto víctima como victimario– sanen, se restauren y echen para adelante?”, preguntó Berríos.

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